El arte de la diversión

Una de las palabras clave para entender el comportamiento de las personas que habitan este mundo es  MOTIVACIÓN, así, en mayúsculas, negrita, subrayado y color azul, pero azul esperanza.

La motivación está muy ligada al concepto de diversión. La diversión es inherente al ser humano, y además, potencia de una manera notable la emoción de alegría, que es una pieza clave para que levantarnos de la cama todos los días no sea un suplicio. Además, la alegría nos permite afrontar todos los retos con la mayor de las garantías de éxito y sobre todo, nos impulsa a comprometernos con causas, marcas, personas…. en relaciones a largo plazo.

Quizá el gran problema del concepto de diversión, es que muchas personas pueden verlo como algo despectivo o poco serio (“sólo juegan los niños“, “jugar es perder el tiempo“), y que está enfrentado con la eficacia, la eficiencia o la productividad.

Pero no es así, lo contrario de divertido no es serio, sino aburrido. De igual modo, algo divertido, puede ser muy productivo. La mayor parte de los mejores recuerdos que almacenamos en nuestra memoria son divertidos, y en muchos casos, están vinculados con la enseñanza de conceptos, con el trabajo en equipo o con el desafío que nos proporcionan las nuevas situaciones, áreas que sin lugar a dudas, son muy productivas para las personas.

Divertirse no es malo, el problema es hacerlo sin un objetivo claro. A partir de esta premisa, emana un arte, que lo que intenta es que nos divirtamos en diferentes situaciones de nuestra vida, pero que además lo hagamos para lograr una serie de objetivos definidos y sobre todo, que nos permitan crecer y evolucionar hacia nuevas metas y horizontes.

Y aquí aparece el arte del juego. Jugar es una de las múltiples palancas que tiene el ser humano para divertirse, y por consecuencia, motivarse y comprometerse.

Si juego y me divierto, estaré más motivado.

Los juegos, nos plantean reglas, objetivos, mecánicas y elementos que nos hacen trabajar (sí, en muchos casos cuando jugamos trabajamos la memoria, la cooperación, la oratoria, la analítica…) para poder alcanzar las metas definidas. Y lo hacen de una manera que no nos molesta en absoluto, porque nos divertimos jugando y por tanto, estamos motivados para ello.

A partir de aquí, nacen entre otros conceptos, la Gamification & Serious Games.

  • La gamificación no es más que la aplicación de todas esas mecánicas y elementos propios del juego a ámbitos que no tienen nada que ver con el juego.
  • Otra cosa, son los juegos serios,  que son juegos que nos aportan un valor extra, más allá del entretenimiento.

Son dos cosas totalmente diferentes, pero ambas son arte. Un arte que debe ser llevado a la práctica con el más absoluto cariño y la mayor minuciosidad, para que se transforme en una experiencia memorable que haga a los usuarios conectar de una manera directa, definitiva e irremediable.

Un arte, que nos motive, que nos predisponga, que nos alegre el día, que nos comprometa o que nos fidelice.

Por eso, aún a muchas personas les cuesta entenderlo, porque el arte cuesta de entender, y esto no deja de ser un trabajo artesano, cercano y hecho a medida: el arte de la diversión.

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