Para desarrollar proyectos, hacen falta personas. Para hacerlos viables, hace falta que esas personas estén motivadas, y para conseguir que sean rentables, es necesario que estén formadas. Si además, también queremos ser eficientes, eficaces y productivos, es obligatorio, el trabajo en equipo.
El objetivo fundamental de la cooperación, es incorporar todas las capacidades, ideas, destrezas, conocimientos y propuestas al servicio de un único objetivo común. Este concepto, muchas veces es interpretado erróneamente, motivando a que todas las personas se centren en una única tarea o incentivando a que todos sepan hacer el trabajo del resto, cuando no debería ser así.
El trabajo en equipo trata de sinergias, de puntos de vista, de compartir y de colaborar. Todos tienen que poder aportar algo diferente que se base en su experiencia o habilidades, enriqueciendo al grupo y mejorando la eficacia, eficiencia y productividad del mismo.
La colaboración va de fortalezas y de oportunidades, y de cómo integrándolas entre sí, podemos conseguir el mejor de los resultados. Por tanto, la figura del llanero solitario, forma parte del pasado: Una única persona no asegura el éxito de ningún proyecto.
En definitiva, el éxito o el fracaso en el desarrollo de proyectos y retos, pasa por conseguir crear grupos de trabajo cohesionados y colaborativos, desarrollando y acentuando ciertas habilidades en el equipo que nos permitan alcanzar los objetivos que nos hemos marcado.
- Comunicación efectiva con los demás miembros del grupo.
- Toma de decisiones e implicación de todos los participantes.
- Dinamismo y adaptabilidad a diferentes condiciones de trabajo.
- Programación de tareas e idoneidad de las mimas hacia el objetivo definido.
- Administración de recursos, presupuestos y gestión del tiempo.
- Análisis de situaciones, variaciones y entornos.
Y todo esto, podemos trabajarlo jugando, de una manera dinámica, inspiradora y por supuesto, productiva.
Existen multitud de juegos de mesa, en los que la colaboración es una de las mecánicas principales para alcanzar el éxito, más que nada porque la ausencia de la misma, nos llevará al más absoluto de los fracasos.
Y aunque hay muchos ejemplos diferentes y muy variados, quiero hacer un repaso rápido a un par de juegos con algunas mecánicas significativas que podemos alinear con el desarrollo de las habilidades antes descritas, además, también voy a omitir juegos semi-cooperativos, donde hay una mecánica básica de cooperación, pero también incorpora ciertos elementos de competición al dar la posibilidad de que algunos jugadores vayan contra el grupo.
Eldritch Horror
En este juego (basado en las novelas de H. P. Lovecraft), nos introducimos en el papel de investigadores que han de evitar que los Primigenios lleguen al mundo, y por supuesto han de hacerlo de una manera colaborativa, como no podría ser de otra forma.
En primer lugar, hay una fase inicial muy característica que podemos alinear de una manera relativamente sencilla con el dinamismo que deben tener los equipos: En función del primigenio al que nos enfrentemos, tendremos una serie de consecuencias y de características especiales. Y por tanto, tendremos que tener la capacidad de adaptarnos y saber actuar y planificar en consecuencia.
No hay dos monstruos iguales, del mismo modo, que no hay dos proyectos idénticos, y en función del reto al que nos enfrentemos, tendremos que actuar de una manera u otra en función a nuestras características y al entorno en el que nos encontramos.
Aquí, sin haber comenzado, ya podemos empezar a trabajar sobre el dinamismo, la adaptabilidad, y el análisis del entorno y los requerimientos….¡Y todavía no nos hemos puesto a jugar!.
Otra parte fundamental, es la elección de personajes (algo común en este tipo de juegos).
¡Porque resulta que no hay dos personajes con idénticas características!, igual que en la vida real, no hay dos personas con las mismas habilidades. En la variedad está la clave del éxito y en saber combinar de un modo óptimo las diferentes competencias de los individuos, nuestro principal objetivo.
Pero cuidado, porque esto no termina aquí, hay multitud de elementos que tenemos que saber gestionar como pistas, billetes, decisión de acción en los turnos de cada jugador o definir tácticas efectivas para una óptima resolución del objetivo principal.
Además, y siempre alineando el juego con nuestro día a día, la tensión que generan las cartas de condición aleatorias, pueden asemejarse a nuestros queridos ladrones de tiempo e imprevistos, que dan la vuelta a la programación que teníamos planificada y nos obligan a adaptarnos a los nuevos requerimientos.
En definitiva, hay una serie de tareas por turno (al igual que en el trabajo diario), hitos concretos como derrotar a un enemigo o intentar cerrar un portal, imprevistos a los que debemos adaptarnos, decisiones grupales (como a alguien se le ocurra no seguir una estrategia en este juego, está perdido) y todo ello, enmarcado en un gran objetivo común: Impedir la llegada de los Primigenios.
Robinson Crusoe
Quizá (y esto es mi opinión, siempre desde el punto de vista formativo), este juego donde nuestro objetivo principal es sobrevivir en una isla hasta que nos rescaten, es idóneo para trabajar la gestión de recursos en el ámbito de la gestión de proyectos (mucho más que el Eldritch Horror).
El hecho de que sea colaborativo, es un plus que nos permitirá integrar a un variado número de jugadores al objetivo principal, pero el uso y planificación de recursos es imprescindible para nuestra supervivencia.
En este juego, también hay eventos variados que ponen en entredicho nuestras planificaciones más estudiadas. Pero quiero recalcar dos mecánicas interesantes a incorporar en el día a día grupal.
En primer lugar, el efecto líder y su impacto en el grupo. Ciertos juegos, pueden caer en el aburrimiento más solemne si nuestro líder es demasiado dictatorial (aún teniendo una base de experiencia acreditada), y esto queda remarcado aquí. La toma de decisiones y la implicación de todos los participantes es primordial y fundamental para disfrutar de la experiencia de una manera satisfactoria. Las conversaciones deben ser de igual a igual, sin miedos, ni represalias, ni desprecios a opiniones ajenas, al igual que cuando queremos gestionar eficientemente un proyecto.
Por otro lado, la muerte de cualquier persona supone el fin de la partida de un modo inmediato. Fundamental para evitar el típico “sálvese quien pueda”. Todos los integrantes del equipo están orientados hacia un objetivo común, ejecutando diferentes tareas y planificando estrategias adaptativas.
Nadie es prescindible, nadie queda atrás. En el grupo está la mayor fortaleza.
Como vemos, con una simple partida a uno de estos juegos, ya estamos trabajando diferentes habilidades y competencias que nos permiten interiorizar la importancia del trabajo en equipo para la consecución del logro.
Pero además, la estructura de este tipo de juegos, nos va a ayudar a planificar de una manera más eficiente nuestros proyectos, simplemente porque comparten todas y cada una de las características que definen un proyecto empresarial.
- Cuentan con un propósito.
- Se resumen en objetivos y metas.
- Se han de ajustar a un plazo de tiempo limitado.
- Cuentan con, al menos, una fase de planificación, una de ejecución y una de entrega.
- Se orientan a la consecución de un resultado.
- Involucran a personas, que actúan en base a distintos roles y responsabilidades.
- Se ven afectados por la incertidumbre.
- Cada uno es diferente.
Porque jugando con juegos colaborativos, trabajamos tanto en las habilidades clave para el desarrollo de equipos cooperativos, como profundizamos en las etapas a las que nos debemos enfrentar en el día a día, incentivando la participación activa e interiorizando las dinámicas que debemos trasladar a nuestro ámbito de trabajo.
Jugar, de una manera responsable y con un objetivo claro, nos asegura una asimilación de conceptos sin igual.