Mantenernos a la expectativa, generalmente en un estado de tensión, de lo que pueda ocurrirles a los diferentes personajes y, por tanto, atento al desarrollo del conflicto o nudo de la narración.
Transmitir al lector una sensación de inminencia, una inquietud creciente que se logra con una trama eficaz, un ritmo adecuado y una milimétrica construcción de escenas.
Estas premisas forman parte de la tensión narrativa. Y aquí reflexiono un poco de todo ello: