En muchas ocasiones, cuando proponemos nuevas metodologías orientadas a la innovación y dinamización de diferentes áreas en diversos sectores (y la gamificación o el aprendizaje basado en juegos son parte de estas nuevas metodologías), es posible que los primeros feedbacks que podamos recibir se basen en el escepticismo y la incredulidad.
“¿Me estás diciendo que para fomentar la motivación de los participantes hacia los objetivos vas a usar elementos de juego?”
“¿De verdad crees que mejoraremos el compromiso de las personas si les damos la posibilidad de jugar y divertirse?”
Quizá estas sean algunas de las primeras preguntas que nos puedan hacer, seguidas de un clamoroso, “esto no es más que perder el tiempo” o un “las cosas que siempre hemos hecho, son las que funcionan, no entiendo porqué tenemos que cambiarlas ahora“. Y es que, en muchas ocasiones, aún hay personas reacias a la “transformación divertida“, por pensar que algo serio no puede ser tratado de una forma divertida, cuando realmente lo serio se debe emparejar con lo importante, y esto nunca, nunca, nunca debe convertirse en algo aburrido.
El concepto de juego es tan antiguo como simple. Tan simple, que muchos de nosotros, hemos crecido, nos hemos educado y nos hemos emocionado con ello.
Hemos crecido con juegos, nos hemos educado con ellos y somos en parte lo que somos, gracias a todo lo que el hecho de jugar nos ha proporcionado.
Pero lo complicado no es el hecho de jugar (más allá de entender las reglas), ya que al final puede hasta convertirse en algo “instintivo“, sino la forma de aplicarlo a un sector (educación, márketing, formación empresarial, salud, deporte….), adaptarlo a las necesidades que nos plantea y sobre todo, hacerlo rentable y efectivo.
Llevar el juego mucho más allá del mero concepto de diversión, alinearlo con los requerimientos marcados, plantear unos objetivos que alcanzar y sobre todo, conseguir que siga siendo atractivo y por supuesto, divertido: Este es el reto. Y también es la diferencia para muchas personas, entre perder e invertir el tiempo.
- Necesitan reconocimientos y nuevas experiencias.
- Sentirse únicos, especiales, diferentes.
- Sumergirse en el entorno de su trabajo y estar orgullosos de realizar la tarea que se les ha encomendado.
Y da la casualidad, que jugando, de un modo responsable y dinámico, pero sin perder la exigencia, podemos tener todo esto.
- Jugando, creamos retos, y por tanto, motivaciones por superarlos.
- Jugando, y mediante los Role Playing, cambiamos las perspectivas de las personas y mejoramos la capacidad de empatizar.
- Jugando, y asignando avatares, permitimos a las personas “soñar”, y sentir que pueden aplicar esos logros que alcanzan en su experiencia lúdica, a su día a día.
- Jugando, creamos narrativas, y su contenido, motiva a las personas, creando expectación y predisposición.
- Jugando, existen metas y niveles, y las personas, aumentan su autoexigencia por alcanzar los objetivos marcados.
- Jugando, interactuamos, aumentando así, el grado de atención y socialización.
- Y jugando, potenciamos el Feedback, y a nivel de actitudes, crece en positivo la conducta.
Probablemente, si nos ponemos a recapacitar sobre el tipo de personas con las que nos gustaría “trabajar” (y entrecomillo esta palabra, porque no sólo se trabaja con compañeros o jefes, sino con alumnado, con deportistas….), hay palabras que probablemente coincidiríamos en resaltar: motivación, autoexigencia, predisposición, empatía, atención, escucha activa, perspectiva….. y con este tipo de “trabajo divertido“, podemos potenciarlas de una manera importante.
“Pues sigo pensando que es perder el tiempo”
No hay nada peor que un grupo de personas desmotivadas intentando realizar una tarea. Las posibilidades de fracaso aumentan exponencialmente, los objetivos se difuminan y el camino hasta ellos, se hace muy cuesta arriba. Y esto sí que es perder el tiempo de una manera activa.
Tiempo jugado, ¿tiempo perdido?. Con un objetivo claro, identificando bien los participantes, y haciendo que el viaje a través de la experiencia sea fascinante, en absoluto. Tiempo jugado, tiempo invertido.