Algo fundamental para asentar todos los conocimientos que vamos adquiriendo a lo largo de nuestras vidas, es poder llevarlos a la práctica y tener la posibilidad de adaptarlos tanto a nuestra personalidad y habilidades, como al entorno en el que nos encontramos, y para poder hacer esto, es necesario acercarnos un poco al fracaso.
No debemos olvidar que “el ensayo y error” es una de las técnicas de aprendizaje más extendida y natural. Un niño aprende a no tocar el fuego cuando se quema, un adulto aprende a manejar mejor su economía cuando sufre una quiebra, y así muchos más ejemplos nos llevan a comprender que la posibilidad de sufrir en “nuestras propias carnes” las consecuencias de nuestras decisiones, nos hacen crecer y progresar.
Y lo cierto, es que en la vida real, o nos da miedo acercarnos al error o no nos lo podemos permitir por diversas cuestiones. Entonces….
-
¿Cómo aprende alguien a hablar en público por primera vez?
-
¿Cómo saber si somos capaces de dirigir un equipo si nunca lo hemos intentado?
-
¿Cómo aplicar lo que hemos aprendido si nunca antes lo hemos hecho?
-
¿Cómo afrontar un nuevo reto sin equivocarnos por primera vez?
Es imposible no equivocarse, no fallar, no cometer errores…..
Uno de los pequeños problemas en la formación actual (siempre bajo mi punto de vista, y aquí englobo tanto educación escolar, universitaria, en las empresas…), es la poca compensación entre teoría y práctica y la nula capacidad de sorpresa (salvo honrosos casos de formadores o docentes que se implican hasta cuotas insospechadas) que es capaz de provocar en los estudiantes, que cada vez y con las tecnologías de la información actuales, son más difíciles de emocionar.
Aquí, es donde entra una de las múltiples palancas para mejorar esta compensación:
El juego en general, y los videojuegos y juegos de mesa en particular, ofrecen la posibilidad de crear mundos ficticios (aquí la verdadera importancia de una narrativa potente), que permiten a los usuarios intervenir de manera directa en el devenir de los acontecimientos. Y esto es muy importante para dos cosas fundamentalmente (siempre desde el punto de vista del aprendizaje):
-
Aprender conceptos y desarrollar habilidades en entornos muy similares a los reales.
-
Poner en práctica lo aprendido sin miedo a repercusiones reales.
Y en este último apartado se da una de las máximas en la adquisición de conocimientos: Unas veces se gana, y otras se aprende. Una de las características más notables del hecho de jugar, es la posibilidad que nos da de equivocarnos, sin sufrir unas consecuencias reales que probablemente nos conducirían a desistir en la tarea.
A nadie le gusta fallar, pero creo que está claro que no es lo mismo quebrar en un juego de mesa, donde no hay consecuencias reales más allá de perder la partida, que hacerlo con una cuenta de resultados dentro de una empresa, donde el miedo bloqueará nuestra capacidad de decisión. De igual modo, dejar morir a un compañero devorado por los zombis por no saber trabajar en equipo, no se parece demasiado a las consecuencias que provoca la frustración en una persona que no se siente integrada dentro de un grupo de trabajo.
La capacidad de generar mundos imaginarios en los juegos de mesa, y crear paralelismos con situaciones reales, hacen que los jugadores puedan interactuar SIN MIEDO con nuevos procesos fácilmente aplicables a su trabajo del día a día. También nos obsequian con situaciones fabulosas para poner en práctica habilidades ya adquiridas o mejoradas (lo veremos más adelante en las aplicaciones prácticas de los juegos de mesa).
Tanto cuando jugamos a un juego cuya narrativa nada tiene que ver con la realidad existente como cuando pretendemos crear uno más próximo nuestro día a día, una parte fundamental (siempre y cuando queramos ir más allá del mero hecho del entretenimiento en sí), es poder alinear los objetivos del proceso con nuestras metas marcadas. Incorporar procesos lúdicos y de juego a nuestro día a día (en educación, en formación, en márketing, en RRHH….) no sirve de nada si no existen unos objetivos definidos que guíen la experiencia.