A veces pasan estas cosas. Llega algo sin avisar. No esperas nada y de repente, ahí está. Y claro, como tus expectativas están tan controladas y la realidad que te encuentras es tan descaradamente buena, pues se convierte en una gran alegría, que en este caso, además tiene un trasfondo que puede ser aplicable a muchas áreas.
Apenas conocía a “Los Inseparables“, un juego “pequeñito”, colaborativo, de mecánicas y reglas sencillas, con unas ilustraciones preciosas (bajo mi punto de vista), realizadas por el gran Bernard Verlhac (“Tignous”) que nos hacen profundizar mucho más en la historia y trasfondo del juego (y es que muchas veces, la narrativa no son sólo palabras, sino que el arte influye de una manera diferencial).
La mecánica básica es de gestión de mano. Debemos manejar muy bien que cartas queremos jugar para que nuestro mazo de adversidad desaparezca y ganemos así, la partida. Si por el contrario no somos capaces de controlar nuestro mazo de moral, y termina acabándose, perderemos todos (además, también existe la posibilidad de perder si un jugador acumula más de 4 impactos). Añadido, hay una serie de simbología (objetos, climatología e impactos) vinculada con la I Gerra Mundial en la que el juego está ambientado, que será la que dictamine las jugadas y estrategias que debamos hacer. También hay apoyos (trabajo en equipo) y discursos (liderazgo), que aportan beneficios al grupo.
Para profundizar más aún en las mecánicas del juego, aquí y aquí hay reseñas excelentes para consultar reglas del juego.
Y es que hay cosas que hacen especial y útil a este juego para desarrollar ciertas capacidades y adquirir algunos conceptos:
- Las manos “ocultas” de cada participante. No podemos hablar de las cartas que tenemos con el resto de compañeros, y debemos planificar las jugadas en base a supuestos, conjeturas e historial de partida que llevemos desarrollada. Y esto puede parecerse mucho al clima laboral en muchas áreas de trabajo. Trabajamos con personas y muchas veces no tenemos la capacidad de generar la comunicación suficiente para mejorar tanto el ambiente como la productividad. ¿Sería más fácil si se nos permitiese hablar de cómo estamos, nuestra carga de trabajo, e incluso como nos sentimos?. Sin lugar a dudas, exactamente igual que en el juego. Esto puede servirnos como hilo conductor para concienciar de la importancia de una comunicación eficaz.
- El liderazgo cambiante. En cada turno hay un líder y después de “pasar” el liderazgo, obtiene un discurso (que posteriormente podrá emplear para generar un beneficio para el grupo) . El líder decide cuál es la estrategia de juego (las cartas que se reparten a cada jugador), y a partir de aquí se desarrolla cada turno (aquí llamado misión). Y aunque hay líderes, el llamado “efecto líder” (rasgos de personalidad individuales, pueden causar subgrupos pasivos de trabajo, competitividad o enfrentamientos), está muy controlado y reducido. Todos los participantes tiene una capacidad de decisión e influencia dentro del grupo similar. Esto puede extrapolarse a un grupo de trabajo, donde muchas veces existe el efecto líder (y además, no siempre tiene que ser el superior jerárquico), y donde la mayor fortaleza reside en un liderazgo compartido, colaborativo, rotativo y sobre todo, adaptativo a las condiciones de trabajo (como en el juego).
- Los apoyos. En muchas situaciones de tensión, la capacidad del grupo para conseguir el éxito puede basarse en apoyar a ciertas personas con problemas puntuales o que atraviesen situaciones difíciles. En este juego, existen los apoyos al final de cada misión, donde se busca beneficiar a un jugador concreto que esté pasando por una circunstancia complicada. Y esto debe ser interiorizado por cada participante, y siempre pensando en el bien del grupo, y no en las filias y fobias personales. Al igual que en entornos de trabajo, deben dejarse de lado subjetividades y pensar siempre en el objetivo principal.
Utilizando estas dinámicas, mecánicas y elementos de juego, tendremos la posibilidad de trabajar diferentes áreas e incluso aprender ciertas nociones teóricas para ponerlas en práctica posteriormente.
Además, adaptando la temática a una situación real, podemos generar talleres para potenciar el trabajo en equipo y mejorar la comunicación. ¿Y como hacerlo?
Imaginemos, por ejemplo, una empresa que produce envases y desea concienciar a los trabajadores de una cadena de montaje y ensamblado, de la importancia en la gestión del producto. Además, también pretende que aprendan todos los productos defectuosos que pueden salir para evitar que se produzcan esos errores o desperfectos y en caso de encontrarlos, conocer cuáles pueden salir a la venta y cuáles no.
- En primer lugar, tenemos la posibilidad de cambiar la ambientación de la primera guerra mundial por, por ejemplo, una fábrica productiva y los jugadores pasan de ser soldados, a integrantes de un grupo de calidad, que deben velar para que los productos salgan bajo los estándares marcados.
- Para interiorizar los productos defectuosos, podemos modificar los objetos principales, por diferentes envases con desperfectos, haciendo a los participantes observar e interiorizar los problemas mediante ilustraciones (y alejándonos también del clásico y quemado Power Point), y además también podríamos añadir categorías de objetivos como “crítico”, “grave”, o “leve”, para dictaminar de qué tipo de desperfecto estamos hablando.
- Con una partida (y readaptando mecánicas según las necesidades), los jugadores, tendrían que completar rondas de producción (turnos), evitando que se juntasen más de 2 objetos críticos o 3 graves (o más, según su nivel de importancia). Si superan con éxito cada turno, esa fase de producción podría salir a la venta, si no, toda la producción se perdería (con lo que también trabajaríamos la concienciación).
Pero esto es sólo un ejemplo, de cómo adaptando y alineando mecánicas, dinámicas y elementos de juego, podemos transformar una experiencia lúdica genial en otra experiencia muy valiosa para mejorar el desempeño de capacidades, interiorización de conceptos y sensibilización sobre problemas comunes.
Porque el juego tiene la capacidad de hacernos trabajar y aprender, sin darnos cuenta, sin que nos cueste trabajo y sobre todo, creando experiencias que hagan perdurar lo aprendido durante mucho tiempo.