Estas vacaciones, desempolvé parte de mi vieja colección de libros y juegos de Rol. Lo cierto, es que hace mucho que abandoné ese tipo de entretenimiento (por falta de compañías más que por ganas), acercándome mucho más al mundo de los juegos de mesa, donde parece que hay más facilidad para atraer jugadores a la causa.
Pero durante este “unboxing tardío” me di cuenta de una cosa: Todos los sentimientos que son capaces de hacer aflorar las experiencias lúdicas, son muy complicados de replicar en cualquier otra área y más aún cuando nos consiguen hacer conectar con nuestro “yo pasado”. Y creo que aquí radica una de las claves del éxito en todos los procesos de juego donde intentamos conectar con nuevas audiencias: El poder de la nostalgia, o cómo mediante el juego podemos hacer recordar tiempos pasados y conseguir generar experiencias memorables.
Pero continuando con mi colección, me di cuenta de todas las cosas que me aportó:
- El placer de la lectura: Porque no nos equivoquemos, para poder tener una experiencia de este tipo, hace falta leer, y mucho (y más importante, comprender lo que se lee). Por aquella época, recuerdo que no me hacía especial gracia todo lo relacionado con la lectura, y de esta forma conseguí cogerle el gusto. Porque las 379 páginas del Ars Mágica, no se van a leer solas.
- Creatividad y desarrollo de pensamiento innovador: En general, todo lo que haga trabajar a nuestra mente con el fin de crear algo de la nada, es bueno. Y es duro, porque este tipo de juegos, te incita a generar escenarios, situaciones y personajes pero siempre con un punto muy importante: Coherencia con el mundo planteado de origen. De esta forma, trabajamos de un modo continuo nuestra capacidad creativa para sorprender a nuestros jugadores con nuevas aventuras y desventuras, pero siempre enmarcadas dentro de un contexto (el del mundo del juego).
- Capacidad de oratoria y habilidades sociales: Y esto sí que lo recuerdo con mucho cariño. En épocas actuales donde las presentaciones soporíferas están a la orden del día, la idea de dotar a nuestras comunicaciones de un aire épico y memorable, simplemente con la finalidad de trasladar toda la información que teníamos de una forma que realmente fuera impactante, era una de las prioridades del máster de la partida. Creo firmemente que en muchos cursos de oratoria y comunicación eficaz, deberían incluir un apartado que se llamase “Comunicación Rolera: Cómo generar emociones a través de histórias épicas“.
- Incitación al aprendizaje activo: Ahora lo veo y me quedo “pasmado”. Tengo libros de rol en inglés. Ahora no soy un portento en la lengua de Shakespeare, y de pequeño puedo asegurar que no era uno de mis fuertes. Pero el sólo hecho de comprar un libro de estas características en un idioma no dominado, me hace ver el poder que tienen este tipo de elementos. Ya lo tenía claro, pero desde luego, esto me reafirma en las aplicaciones prácticas de este tipo de experiencias. Y para ejemplo tenemos al docente Oscar Recio y sus proyectos roleros como
#TheWerewolfProject. Si no teneis el gusto de conocerle, vais tarde, un ejemplo de innovación en el aula. - Organización, documentación, planificación, estructuración…: Cuando somos pequeños, muchos de nosotros somos un poco desastre (siempre hay excepciones, y por desgracia, yo no era una de ellas), pero la capacidad que tenían estos juegos de hacerme ordenar toda la información que emanaba de mi cabeza para darle forma y no perderla, era brutal. En una época donde la infoxicación está por todas partes y el tiempo es un bien escaso, he podido ver que la creatividad y la innovación sin organización no sirve de nada. Podemos tener muchas ideas y proyectos, pero si no somos capaces de clasificarlos, desarrollarlos y estructurarlos, probablemente caigan en saco roto o se diluirán en el tiempo.
Estos 5 puntos, son los que recuerdo con más cariño, pero probablemente habría que añadir muchos más, propios de este tipo de experiencias, como el trabajo en equipo, la capacidad analítica, la resolución de conflictos o la toma de decisiones.
Por eso, muchas veces se recuerda con cariño, afecto y cercanía el concepto de juego. Porque nos aportó tantas cosas, que dificilmente podremos olvidar esas épicas tardes, de espada y brujería, en las que éramos grandes narradores, que contaban las más memorables historias y que sin darnos cuenta, aprendíamos habilidades y desarrollábamos capacidades, que posteriormente, nos servirían en nuestro futuro.
Porque jugar, tiene la capacidad de generar un “trabajo silencioso“: Un trabajo continuo, oculto, que no percibimos y que sin embargo, queda guardado en nuestra memoria, esperando a recordar quienes fuimos, para hacernos ver, quién queremos ser.