“Todo se había dispuesto. Esto no podía seguir así. Un grupo de lo más variopinto nos habíamos juntado para poner fin a la tiranía y la destrucción que había iniciado el Führer, enloquecido por sus ansias de poder. Estábamos en un punto de no retorno, las primera derrotas se ceñían contra Alemania y Adolf cada día se encontraba más y más enloquecido. No importaban los civiles, no importaban nuestros compatriotas, únicamente importaba su nación, pero esa no era nuestra nación, o por lo menos, no la que nosotros queríamos construir.
Todos aportamos nuestras ideas: una bomba debajo de la mesa, comida envenenada… incluso yo, el más apasionado y dispuesto con la causa de asesinar al Führer, me había ofrecido como un lobo solitario, que pistola en mano, iría hasta la mismísima puerta del infierno, a acabar con nuestro compatriota.
“Hemos comenzado esto juntos, y lo terminaremos juntos”. “El Gallego” (así lo llamábamos por su poca estabilidad y afinidad con nuestra causa) era una persona a la que le gustaba asegurar el resultado. Decidimos pues, tramar una emboscada en uno de los callejones más oscuros y profundos de Varsovia. Nos juntamos todos, y decidimos por unanimidad, hacerlo a cuchillo, para que no se escuchara, para no levantar sospechas. Un único y último suspiro daría como consecuencia devolver la coherencia y la sensatez a nuestra nación.
Sabíamos que Hitler pasaría por allí. En los últimos tiempos, y unido a su concepción puramente vegetariana de la alimentación (paparruchas decían algunos…) se le había unido otra obsesión: mantenerse en forma. Solía decir que cuando el Reich lo requiriese, él estaría preparado para la acción. Y como era un hombre de costumbres, siempre pasaba por el mismo lugar.
Era el lugar indicado, la ciudad perfecta, el momento adecuado y las personas necesarias. Lo teníamos todo. Se acercaba la hora, y llevados por los nervios de ver al Führer acercarse a paso ligero nos abalanzamos para acelerar su destino. Lo que no sabíamos es que él ya nos esperaba. La Gestapo se presentó sin previo aviso. Salió de la nada. 1 minuto antes… y se habría acabado todo.
Al final, el único que pudo acabar con su destino, fue él mismo. Nosotros, no pasaremos a la historia. No nos recordarán… solo quedará una vago recuerdo de un grupo de personas que intentó….”
Más de 40 tentativas existieron durante la dictadura de Adolf Hitler. Y eso que leéis arriba pudo suceder… o no.
Hacía tiempo (juego menos de lo que me gustaría, aunque sigo jugando) que no vivía esa experiencia Wow! de la que muchas veces he hablado. Y hace un par de semanas la vivimos un grupo de cuatro valientes jugando al Orquesta Negra: Hitler debe morir.
No voy a hablaros de las mecánicas, porque no es lo más importante en este juego. De echo, las podéis ver reproducidas en cualquier Pandemia
- Un poco de gestión de mano (dosier).
- Otro poco de puntos de acción.
- Trabajo en equipo (cooperativo 100%).
- Eventos que actúan como limitador de tiempo (cierre partida) y de zonas.
- Movimiento entre puntos…
Pero este juego… (para mí…) es infinitamente mejor.
El motivo es la temática. El motivo es la historia. El motivo es la narrativa emergente que crean los jugadores durante la partida.
Orquesta Negra va de una conspiración por asesinar a Hitler. Las cartas de evento que van conduciendo la partida, son las que generan una narrativa embebida, que es aquella que nos va contando el juego: situación de partida, movimientos y toma de decisiones de Hitler y sus lugartenientes, incluso la apertura de nuevas zonas por el tablero que nos hace ver los avances de la Alemania dirigida por Hitler. Todo muy conseguido.
Tomado desde un punto de vista muy neutro en lo referente a ABJ (que es de lo que trata esta web y blog): Orquesta Negra es buen juego para usar como herramienta complementaria en el estudio de un periodo histórico (que no sustituirá en ningún caso, el rigor de un documento completo, pero que nos hará vivir la aventura desde dentro).
Ahora, para mí, Orquesta Negra brilla por su narrativa emergente. Orquesta Negra da para juego Pulp al 100%. Para generar diseños inspirados en juego.
Una partida de Orquesta Negra depende al 90% del grupo en el que estés y en el interés del mismo por generar la historia. Si únicamente mueves, ejecutas acción (hasta 3), pasas turno… se vuelve insufrible (incluso peor que un Pandemia). Pero si eres capaz de meterte en la historia de tu persona y de tu grupo… no tiene parangón.
Al contrario de lo que muchos puedan pensar, este juego es la ejemplificación perfecta para explicar a un grupo de personas los conceptos de narrativa emergente y narrativa embebida. Y sobre todo, la importancia de dejar a los participantes o usuarios de una experiencia, tener la posibilidad de dejar su huella.
Guarda una relación muy directa con permitir el uso de la EXPRESIÓN dentro de entornos basados en juego.
Personajes, punto de partida, objetivos y lugares hacen converger estas dos narrativas, pero la imaginación de los jugadores crea infinidad de situaciones rocambolescas y diferentes que harán las delicias de los amantes del cine más caótico.
Es el ejemplo perfecto, de como un juego “mecánicamente clásico” y con un tema histórico controvertido, puede dar lugar a una variedad de situaciones diferentes y muy divertidas, surgidas de la mente de los jugadores.
Cosa que no pasa, por ejemplo, con Freedom (enorme juego pero mucho más serio en su concepción y aplicación). Incluso recomendaría Orquesta Negra a estudiantes de cine y artes que les apetezca dar un nuevo foco a una situación muy relatada desde diferentes puntos de vista.
No sería el juego que recomendaría para fomentar el trabajo en equipo, tampoco sería el juego que recomendaría desde un punto de vista de mecánicas. Pero sin embargo, si será el juego que recomiende a TOD@S los que les apetezca recrear un trocito de la historia desde un punto de vista personal, además de vivir una experiencia tremendamente divertida e inmersiva. Directo a mi TOP de juegos, sin preguntar ni pasar por la puerta de entrada.
PD: Agradecido a l@s valientes Andrea, M.Jesús & Miguel “El Gallego” que me acompañaron en esta gran partida y mejor experiencia.
Joaquín Carrascosa
30 enero, 2018 a las 9:05 amGracias por compartirlo
Pepe Pedraz
30 enero, 2018 a las 10:28 amGracias a tí, Joaquín, por pasarte!
Saludo!
Jesús Martín Cardoso
31 enero, 2018 a las 5:28 amBuenos días Pepe,
será mi deformación profesional o mi gusto por las líneas clara, pero en tu entrada no encuentro una definición exacta de la narrativa embebida y de la narrativa emergente. Creo que esto es fundamental aquellos que nos estamos acercando a la gamificación. Además, si incluyes elementos de creación para cada una de ellas, habrás creado una entrada para enmarcar.
Un saludo. Jesús
Pepe Pedraz
31 enero, 2018 a las 9:00 amDon Jesús!
Te cuento:
Narrativa embebida:es aquella que nos va contando el juego: situación de partida, movimientos y toma de decisiones de Hitler y sus lugartenientes, incluso la apertura de nuevas zonas por el tablero que nos hace ver los avances de la Alemania dirigida por Hitler. Es toda la historia que el propio juego tiene incrustado dentro de él mismo. Lo que está escrito, los prólogos que leemos, las cartas de evento que sacamos….
Narrativa emergente: es aquella que crean los jugadores. El juego nos dicta que tenemos una carta de complot para poner comida envenedada. Pero toda la historia que crean los jugadores. Como se acercaron a poner la comida, lo que llevaba el plato mismo, como Hitler se lo comió, la sorpresa de todos, si alguien se dió cuenta. Pero esto lo van generando los propios jugadores.
Abrazo Gordo!
Jesús Martín Cardoso
1 febrero, 2018 a las 4:00 amEntiendo. Pero me surge una duda. Tras tu explicación, yo diría que todos los juegos tienen una narrativa embebida y una emergente; incluso el parchís. ¿Por qué es tan potente en Black Orchestra?
Gracias por tu aclaración
Pepe Pedraz
1 febrero, 2018 a las 5:51 pmClaro, es que casi todos los juegos tienen narrativa: los conocidos narremas son unidades mínimas y simplificadas de una narrativa. Por ejemplo, el color rojo cuando mueres. No tanto en la embebida (que puede estar), como en la emergente, que articula un cúmulo de narremas por parte del jugador.
El caso es que a los juegos, para que cojan consistencia en lo referente a ser memorables (por poderse recordar), hay que meterles tema, argumento y trama (https://www.alaluzdeunabombilla.com/2017/11/21/a-vueltas-con-la-narrativa-puerta-de-entrada-tema-estetica-argumento-o-mecanica/) además de contextualizarlo en un marco de referencia (II Guerra Mundial y más concretamente, intentos de asesinatoa Hitler).
Cuando metes un tema que apasiona a un grupo (como es mi caso), le das una consistencia y contextualización metiendo lago de argumento básico y trama (presentación de personajes conspuradores, mazo de eventos que dicatmina el avance del imperio alemán…) y además lo aliñas con una mecánica final basada en una programación costante de estrategia (conseguir cumplir al máximo una carta de complot) que desemboca en una tirada de dados (que representa perfectamente un intento de asesinato… “a ver si suena la flauta”)…
Cuando todo esto confluye en una partida, con las personas adecuadas (no lo olvidemos), que se han metido dentro (con ayuda de lo antes mencionado) es cuando se produce el Wow!.
La gracia no está en que haya algo narrativa, sino en que esta sea potente, buen estructurada y alineada con las mecánicas y materiales existentes (opinión 100% Pepe).
Abrazote!