El otro día me encontré de “de refilón” con un tuit de Andrzej Marczewski (uno de los referentes en ludificación a nivel mundial, que además, ha dado aportaciones muy valiosas que hoy asientan gran parte de los diseños que conocemos).
El caso es que durante el último año he escuchado hablar mucho sobre el brócoli y el chocolate, tanto en ponencias, como en presentaciones o por RRSS (y además, a personas con mucho peso dentro de este mundo). Y la verdad es que ando algo motivado por contar su historia, más que nada porque creo que por lo que he escuchado, estos dos alimentos están aportando mucho a un nivel fundamental: lo que no hay que hacer en diseño de experiencias basadas en juego.
Pero quizá (y solo quizá), también podamos contextualizar ligeramente (tardo poco, lo prometo… y ya os dejo con la fábula).
El caso es que durante los últimos tiempos el término de Ludificación (o gamificación o gamification o yo que sé como nos apetece nombrarlo) está demasiado difuminado. Cada persona (entre las que por supuesto, me incluyo) la aborda y llama de una manera.
Aclaración… hablo única y exclusivamente del término de Gamificación.
- Los más “pasionales” (y ojo, en el mejor de los sentidos) quieren implantar este tipo de “¿métodos?” porque creen en el poder del juego, y alguna vez dan más importancia al continente (entendido como método) que al fondo de la cuestión. Yo a veces soy pasional… lo reconozco. Y como dice mi madre… “si escuece, es porque cura Pepe” (vamos, que a veces he forzado la máquina por meter un elemento de juego cuando no tocaba).
- Los más “científicos” (entre, los que desde la más absoluta humildad trato de incluirme en lo que puedo desde que profundizo y me dedico a esto a tiempo completo) creemos que es necesario asentar unas bases comunes y acordadas para poder crecer y dotar de fiabilidad a la herramienta. El caso es que tenemos un problema importante (que suele pasar con normalidad), acercarse excesivamente a la teoría hace que te alejes enormemente de la realidad, y generas estrategias que no son realistas en su aplicación (por eso siempre digo, que ejecutar proyectos en diferentes áreas, con varios tipos de usuarios y diversos objetivos, es fundamental para asentar conocimientos válidos).
- También están los “espíritus libres”, a los que el término les da un poco igual, simplemente usan lo que les interesa y buscan fundamentalmente que cumplan sus objetivos principales. Y con eso, les vale. Pues mira, en muchos casos, he de decir que mientras el juego (y todos sus beneficios) se vayan introduciendo poco a poco en la sociedad, yo estaré más contento que “unas castañuelas”, así que sí… a veces también soy un poco espíritu libre.
- Y por último… también podremos encontrar a los “homeópatas“, personas que se han pegado a una moda (que oye, las modas también tienen estas cosas) y terminan llamando o derivando el término a cualquier cosa (por ej. frameworks de tests).
Creo que también existen más perfiles, pero bueno, así de inicio, estos son los más comunes que he ido observando a lo largo del tiempo.
La gracia del brócoli y el chocolate (que bueno… también podrían cohabitar la coliflor y la nata montada) es que asemeja muy bien a gran cantidad de proyectos que se ejecutan en muchos ámbitos (y repito, es lo que tienen las medias, las medianas y las modas).
Y en mi caso, como tengo la bendita oportunidad de trabajar en proyectos variados con usuarios diferentes y áreas diversas, me los he encontrado en muchos.
Ejemplo más sencillo (y simplificado al máximo): quiero que mis usuarios hagan un test. Pero ellos no quieren hacer un test, porque les resulta cansino y pesado (por el motivo que sea, ahí de momento no entro). Pues oye, en lugar de darles un papelito con un test, creo una plataforma (normalmente un framework). La pongo “rebonica” (lo que viene siendo una estética) y digo que son viajeros espaciales (por poner un ejemplo al azar). Además, les digo que cada vez que rellenen un test, pues les doy puntos, y que al primero que lo haga, pues le doy la medalla de “rapidín”. Y luego, les ubico en una clasificación. Y cuanto más test hagan… más puntos tienen, y más altos en la clasificación estarán. Además, para no dejarlo todo tan seco, genero avatares, para que cada uno tenga su representación dentro “del entorno de juego”. Pero todo esto… está para hacer un test. Porque si hacen test, pues obtienen puntos… y bueno, ya sabéis como sigue el proceso.
El caso, y en esto sí que soy un gran defensor de este tipo de estrategias (repito, yo me dedico exclusivamente a esto, soy un especialista, no por conocimiento, sino por exclusividad en mis labores), es que el foco de nuestro diseño no está en poner “rebonico” al test, sino en transformar la forma que existe de evaluar o de enfrentarse a ese KPI.
Porque la gracia de este tipo de estrategias, es que deben ser adaptativas y generadas con mucho trabajo y conocimiento de fondo, para que puedan llegar a ser transformadoras. De igual modo… y esto me lo ha enseñado un buen amigo que escribe… la honradez es importante (si algo vemos que no va a funcionar… igual tampoco es plan de darse cabezazos contra una pared un año, por aquello de la relación esfuerzo/resultado).
Por esto siempre soy tan cansino con temas como la narrativa (y su conocimiento profundo más allá de un diseño estético), los elementos & mecánicas de juego, las diversas aplicaciones… Y sobre todo… siempre hablo de experiencias basadas en juegos, porque a veces… no hace falta generar un proyecto ludificado (porque ni funcionará ni es necesario) y sí vale con dinamizar un juego dirigido o desarrollar un juego algo más serio (que de eso, ya hablaremos también más adelante).
Porque quizá (y solo quizá) el uso regular de un concepto de forma reiterada, puede hacer que pierda todo el valor del mundo.
O también es posible, que sean cosas mías.
Os dejo con la fábula, que el brócoli y el chocolate se lo merecen (después de tanto mentarlos… como para no hacerlo).
La fábula de Brócoli y Chocolate
Había una vez una sociedad que odiaba a Brócoli.
Él sabía que era bueno. No quería hacer daño a nadie. Simplemente su función era ayudar a que las personas crecieran más sanas y fuertes.
Pero tenía un problema. No era el más apetecible de todos los alimentos. Unos decían que su sabor no ayudaba. Otras que el color no les llamaba la atención. Algunos confesaban que se lo daban por debajo de la mesa a su mascota. Otras preferían opciones diferentes.
Brócoli se sentía solo y desvalido. Pero un buen día conoció a Chocolate.
Y claro, tenía algo de envidia.
Chocolate le gustaba a todo el mundo, tenía un sabor delicioso, y valía igual para un desayuno completo, que para un postre en comida y cena. Además, entre horas era un gran compañero de la sociedad.
Chocolate también acompañaba a todos los hogares en las frías noches de invierno, calentando sus manos y endulzando sus sueños.
Entonces Brócoli quiso hacer un pacto con Chocolate. Chocolate cubriría a Brócoli, para que todo el mundo pudiese comérselo y apreciar sus propiedades más beneficiosas.
Y desde aquel momento, y sobre todo al comienzo de esta relación, a todo el mundo le empezó a gustar Brócoli.
Tenía un sabor diferente, más agradable… pero esta relación no duró demasiado tiempo.
Al poco de empezar, algunas personas se empezaron a cansar de Chocolate. Chocolate estaba bien y gustaba de vez en cuando, pero comer a chocolate todo el día causaba indigestiones, pesadez y dolor de barriga. Además… Chocolate se dió cuenta de que su sabor no era el mismo cuando cubría a Brócoli.
Un poco más tarde, otro grupo de personas se dio cuenta que Brócoli les estaba engañando. Que seguía siendo un brócoli, pero cubierto de chocolate. Aun así… a todo el mundo le seguía gustando Chocolate (por lo menos a otro grupo de población), así que lo único que tenían que hacer, era apartarlo de Brócoli y comérselo.
Con lo que Brócoli quedó como al principio. Bueno, no exactamente igual. Quedó aún más solo, pues muchos pensaron que les había intentado engañar.
Y no hay nada peor… que intentar engañar a alguien. Porque luego… nadie confiará en tí.
FIN
PD: Me gustan estos artículos de autocrítica y reflexión para/con mi trabajo, creo que nos hacen crecer.
PD2: Yo también he usado a veces demasiado chocolate, lo admito, pero voy aprendiendo. Aunque también sé que usar chocolate en cantidades correctas no es nada malo, sino que es incluso beneficioso.
Raquel
29 mayo, 2018 a las 9:18 amMuy representativa la fábula. Gracias por la reflexión, reconozco que yo soy un poco espíritu libre. El juego es una buena herramienta pero tenemos que buscar el equilibrio y no perder el objetivo de aprendizaje.
Pepe Pedraz
29 mayo, 2018 a las 9:35 am¡Buenas Raquel!
Lo cierto, es que tod@s somo un poco de todo. Incluso he de confesar que alguna vez y reflexionando, también he caído en la homeopatía.
La gracia está en avanzar, cumpliendo los objetivos, pero sin olvidarnos de aunar formas de proceder, por aquello de darle valor a las cosas.
Mil gracias por pasarte a leer y por supesto, por comentar.
Augusto David Beltrán Poot
29 mayo, 2018 a las 1:03 pmHola Pedro, me parece muy interesante cuando refieres que “la gamificación se está difuminado” y siguiendo la reflexión creo que se debe a que cada quien le agrega un matiz diferente desde su experiencia de juego, su formación, sus creencias y estilos de vida. Eso es lo que hace más atractivo el tema. Gracias
Pepe Pedraz
29 mayo, 2018 a las 1:19 pm¡Buenas tardes!
Yo el problema no lo veo tanto en la difuminación o no de su aplicación, como el uso incorrecto de una técnica/herramienta.
Quizá el mayor handicap de esto es que cuando todo es algo, algo es nada. Por eso hay que tener cuidador. Es algo parecido al teléfono roto: una palabra como “plátano” (por poner un ejemplo), pasada por 20 personas a su libre interpretación o disposición puede acabar siendo “coche”.
La experiencia suma siempre, la formación es imprescindible (pero siempre bajo un paraguas que traslade siempre la misma base teórica básica), y bueno… quizá las creencias y estilos de vida, se podría discutir algo más :-).
Un abrazo!
Dacil
29 mayo, 2018 a las 6:12 pmMuy ilustrativo pero yo me quedo mas con el lema de Mary Poppins: con un poco de azúcar esa pildora que os dan la la la
Un poco de azúcar endulza lo amargo y a mis hijos les encanta que les endulcen los estudios jajaja
Por cierto, yo el brocoli lo mejoro con pasta y salsa carbonara 😉
Pepe Pedraz
30 mayo, 2018 a las 9:55 am¡Buenos días Dacil!
El brócoli es un gran incomprendido. En este caso concreto (y por lo que trata el post) no es tanto la parte de “endulzar” como la de “empalagar”. Además (y esto siempre desde el punto de vista de un diseñador), es positivo conocer que muchas veces el poder transformador del juego puede y/o debe ir a la raíz de lo que queremos cambiar, no únicamente dar un baño de chocolate.
Y el brócoli con pasta y salsa carbonara… mmmm. (He de confesar que a mí me gusta el brócoli).
Abrazo!
Dacil
30 mayo, 2018 a las 9:17 pmYa te entiendo. Se nota que no tengo ni idea de diseño de juegos. Gracias por la aclaración 😀
Jesús Martín Cardoso
31 mayo, 2018 a las 5:58 amSabía que esta entrada iba a dar mucho juego. Te comento. Supongo que entré a la gamificación como un homeópata, me encanta probar cosas nuevas, me parece enriquecedor. Poco a poco, gracias a tus posts y a los resultados en clase, me fui enganchando y generando experiencias lúdicas,, es decir, pasé a ser un espíritu libre. Ahora, con algo más de conocimiento, me acerco a la gamificación con ojos científico. La pasión la dejo para las ponencias o los sábados por la tarde, que es cuando juego con mi familia.
Aclarado esto, voy al núcleo de la fábula. Y lo relaciono con una discusión anterior que tuvimos en torno al peligro de la puntificación y los mercenarios en los proyectos de gamificación. Me explico. En la fábula, Brocoli y Chocolate aparecen como antagonistas, o digamos mejor, con características opuestas. Anteriormente has puesto un ejemplo sencillo donde para realizar un test revistes de elementos gamificadores, pero sigue siendo un test.
Para mí, y supongo que estarás de acuerdo conmigo, esta relacción no la idónea. Quizas pueda catalogarse como perversa. Pero cuidado, así alejamos a muchas personas de esta nueva moda ;). Entiendo que para tí, y para usuarios avanzados, la gamificación debe ser otra cosas. Estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, estamos mandando un mensaje equivocado si decimos que un test (brocoli) recubierto de elementos gamificadores (chocolate) está mal conceptualizado. Me recuerda mucho a esos alumnos que tienen interés por una materia y, en vez de alumbrar, acompañar e insuflar, esa motivación, les reprendemos porque sus preguntas son erróneos o no demasiado acertadas.
Creo que deberíamos entender el proceso de gamificación como una escalera. Hay personas que se encuentran en el último peldaño y otras que nos encontramos en peldaños inferiores. Aquellos que se encuentra arriba deben ayudar y motivar a los de abajo. Da igual el motivo por el que se acercan a la escalera o que cometan errores al subirla. Están en ella y sería interesante aconsejarles con delicadeza cómo ascender al siguiente nivel.
Imagina que después del curro que te has pegado para preparar tu test (brócoli) gamificado (chocolate) y llego yo y te digo, típica postura del dedo mirando al cielo: eso no es así, no es el buen camino, etc. Los más seguro es que abandones cuanto antes el camino de la gamificación… Gran perdida pues.
Dejo mi reflexión, que se ha convertido casi que en un post, y aguardo tu contestación.
Un saludo. Jesús el “pesao”
Pepe Pedraz
31 mayo, 2018 a las 6:44 amEn primer lugar, no eres nada pesado. Escribí este “articulillo” porque me apetecía hacer un poco de reflexión y autocrítica (ojo, también con mi propio trabajo). Y me encanta que hayas dedicado algo de tiempo en leerlo y dejar tu opinión, por lo que a mí respecta, agradecido eternamente.
Vamos ahora a la cuestión (a ver si me da tiempo).
Yo conocí el término como homeópata, pensando que valía para todo, y luego (al igual que tú) fuí evolucionando, estudiando y en la medida de lo posible, progresando.
En la primera parte… no puedo discutirte nada. Un poco más en materia, sí creo que podríamos debatir sobre algunos puntos concretos:
– En ningún caso digo que un test endulzado o un brócoli con chocolate esté mal conceptualizado. De igual modo que una experiencia conductista no está mal diseñada. Lo que sí creo (y esto no deja de ser una opinión totalmente personal) es que no tiene nada que ver con todo lo que los juegos son capaces de ofrecernos. Podríamos hablar de la evolución del sector de los (video)juegos(de mesa), de los motivos por los que las personas/jugadores se motivan tanto jugando y del valor propio que son capaces de transmitir, pero lo que sí defiendo es que esto no puede quedarse únicamente en una estética cuidada que bañe algo clásico, detrás hay mucho más. Y ojo, que no tiene nada de malo poner un test con dibujos de Star Wars ¿eh? (que a mí me encanta), pero no podemos llamarle ni Gamificación, ni ABJ, ni nada por el estilo. Bajo mi punto de vista (repito, personal y cuestionable), tenemos que llamarle como lo que es: un test con dibujos de Star Wars (y es magnífico y por supuesto que motiva a corto plazo).
– Por otro lado, y en relación a lo que comentas de la escalera… disto mucho del peldaño superior, pero sí creo (y así he ido aprendiendo yo) que las correcciones son necesarias. Hay una frase que uso mucho y que vale para todos los ámbitos de la vida: cuando algo (lo que hacemos que tenga “un aire” a diseño de juegos) es todo (gamificación), todo (gamificación) se convierte en nada (porque pierde el valor). ¿Motivación e impulso? al máximo en todos los sectores y a las personas que quieran conocerla. Pero creo firmemente que estamos en un momento maravilloso de pasar de una moda a un “método” más riguroso del que tod@s saldremos beneficiados, y para esto (como tú muy bien has hecho en esta entrada) hay que cuestionar, reflexionar y no ser conformistas.
Yo mismo he realizado proyectos con fallos épicos (que ya me vale), he diseñado entornos conductistas que han funcionado y he metido la zarpa más veces de las que me gustaría admitir. Y siempre me ha venido bien algo: no que me digan que no es el buen camino, sino que me aclaren lo que estoy haciendo y los motivos por los que funciona o no. Esto es importante.
Una de mis premisas cuando inicé esta andadura (blog/web/estudio de diseño) fué demostrarme a mí mismo y al mundo que me lee, que diseñar una experiencia (sea el ámbito que sea) no es tarea fácil y sencilla, y que hay que persistir, formarse y estudiar mucho. Hay que reconocer un buen trabajo, un gran esfuerzo, pero también creo (como en la vida en sí misma) que también hay que corregir (no seré yo el que lo haga si nadie me pregunta) fallos y errores de diseño o simplemente el uso indiscriminado del concepto.
Cuando alabo diseños como Ídolos de Acero, Life Saviours o Jueducación, es porque sé que detrás hay muchas horas de aprendizaje, de ensayo y error, de pruebas, de éxitos, de fracasos y de mimo. Además que son estructuras transformadores hechas a medida y con cariño. Y esto también hay que reconocerlo, porque diseñar algo así no es tarea sencilla.
En definitiva, un PBL es un PBL y un test con chocolate es un test con chocolate, y funciona (a corto plazo) y motiva (a corto plazo y podríamos discutir las consecuencias), pero una narrativa, una estructura de elementos y mecánicas, un análisis de usuasios, de objetivos, una deconstrucción de juegos… es lo que genera experiencias transformadoras basadas en juegos.
Y por esto, es por lo que creo que a veces hay que comenzar por cosas MUY pequeñas e ir creciendo paso a paso, pero jugando y usando los juegos, porque así se podrá entender lo que nos aportan y podremos dar consistencia a esta corriente (y no únicamente en la escuela, sino en sectores como biblios, museos, cultura, ocio, turismo). El grave problema es que si todos interpretamos y llamamos de una forma errónea (no por su validez sino por su concepción) a algo probablemente la consecuencia lógica es que desvirtúe y sea sumplemente jugar o que lleve jueguecitos (o cosas peores) y el esfuerzo real (como el vuestro), no será reconocido a nivel de diseño.
En definitiva, como le dijo Akara de Red Strings Club al Barman… “Estoy aquí para hacerte feliz, que no es lo mismo que darte todo lo que quieras”.
Un abrazo, pero de los gordos.
Jesús Martín Cardoso
7 junio, 2018 a las 7:48 amEs la narrativa y el peso de la narrativa. Hace un par de días que esta frase me ronda. Hace un par de días que entiendo tu lucha por los conceptos y las definiciones. Me llegan infinidad de proyectos -vía Twitter, Facebook, Telegram- que tienen la gamificación como base. Me detengo en algunos y siempre hay algo que me escama, siempre hay un pero que hace que no me identifique con la mayoría de ellos. Creo que es la narrativa. Y creo que es en la narrativa donde uno puede diferenciar entre un proyecto de gamificación y un examen escondido entre pruebas. Si no me equivoco, el primero resistirá a esta primera oleada, a esta moda de la gamificación; el segundo, quedará borrado como tantas y tantas aplicaciones que aparecen en la mercadotécnica educativa para desaparecer con la siguiente innovación…
Cuidado que esto trate cola.
Un saludo. Jesús
Meche
13 febrero, 2020 a las 7:04 pmQuién es el autor de la fábula del brócoli y el chocolate?
Nancy Collao
24 abril, 2020 a las 8:32 pmYo soy más científica y me encantaría sólo hacer encajar al brocoli y que el objetivo fuera conocer sus beneficos y generar la estrategia para desarrollar. El adorno aunque para muchos es relevante, prefiero lo concreto.
Marjorie Caro
10 junio, 2020 a las 6:29 pmMe parece bastante buena la fábula , es una manera clara como yo lo veo que no hay que engañar para lograr algo para mi es mas simple , ya que el chocolate me gusta pero solo el amargo, brócoli también me gusta pero al dente , no los juntaria no son compatibles , hay que solo presentar el brocoli de maneras distintas y entretenidas, para llamar la atencion de las personas , todo va en como se presente este delicioso plato de verduras exquisitas.