El juego no es la experiencia. Y este juego del que vamos a hablar lo demuestra.
Si el juego fuera la experiencia, hacer una escalera de forma cooperativa sin poder comunicarnos, probablemente acabaría siendo un fiasco total.
Si el juego fuera la experiencia, entonces The Mind (creado por Wolfgang Warsch y diseño de Oliver Freudenreich), no habría tenido todo el impacto mediático (dentro de lo mediático que tienen los juegos de mesa) que ha tenido ni habría sido nominado al Spiel des Jahres.
Si el juego fuera la experiencia, después de bastantes partidas a The Mind, no podríamos acabar haciendo una serie de reflexiones y evaluaciones la mar de interesantes. Únicamente podríamos hablar sobre nuestra incapacidad (o capacidad) de hacer una escalera.
Por suerte, el juego NO es la experiencia.
No suelo hacer una reseña específica (y mucho menos concienzuda) de ningún juego en concreto en este espacio (suelo…), pero lo que sí hago cuando lo considero necesario (por utilidad más que nada) es mostrar todo lo que podemos sacar de ciertas experiencias (basadas en juegos) cuando son lo suficientemente representativas e inusuales (para mí…). Y este The Mind… lo ofrece (guste más o guste menos).
Lo he jugado por ocio. Lo he usado en talleres para hablar de diseño. Lo he usado en dinámicas de grupos para reflexionar sobre trabajo cooperativo y capacidad empática.
Y mi evaluación en las tres es la misma… ha funcionado.
Si queréis una reseña del juego “tal cual”, no puedo dejar de recomendar el blog de “Jugando en Pareja”. Aquí podréis consultarlo.
Para resumir mucho: hay un mazo de cartas numeradas (1-100). Una serie de niveles (8-10-12 dependiendo del nº de jugadores). Cada nivel, el grupo de jugadores roba tantas cartas como el nivel donde se encuentre (nivel 1: una carta cada uno y así sucesivamente) y tiene como objetivo formar una escalera de valor menor a mayor. No hay turnos. No hay comunicación. Si no lo consiguen (es decir, si un jugador tira una carta mayor a la que tiene otro en la mano… pierden una vida).
Ala, a correr. Se acabó el juego. O mejor dicho, empieza la experiencia.
Pues como el juego no es la experiencia, la experiencia es de lo más sugerente y muy útil.
¿Qué aporta The Mind a nivel de diseño?
Es un juego que se basa en niveles, recompensas y sensación de progreso. Y ya está.
La gracia fundamental de este juego frente a otros, es que la sensación de paso de un nivel a otro se percibe de una manera muy clara (mediante una carta), con lo que la percepción de progreso está muy marcada.
En segundo lugar, el onboarding es sencillísimo. Y no hablo únicamente de ponernos a jugar. Sino de las facilidades que da en los primeros niveles. Cuando superas el nivel 1, te dices a tí mismo… “vaya chorrada”. Cuando llega el segundo nivel y te dan dos cartas, te dices… “mmm… no será tan difícil esta tontería”. Y fracasas. Y pierdes una vida. Y dices… “esto no puede conmigo y con mi equipo”. Y lo intentas.
Y pasas al nivel 3, y usas la habilidad especial de grupo (sí, hay una, pero es un comodín que ayuda bastante). Y tienes éxito. Y llegas al nivel 4. Y pierdes. Todas las vidas. Y dices… “jolín, nivel 4 no está mal, pero creo que podemos llegar al 5”.
¿Y entonces qué pasa? Que empiezas desde el principio. Porque no cuesta nada, y porque al haber niveles tienes una sensación de progreso. Tienes dos metas:
- Superar el último nivel al que has llegado.
- Terminar todos los niveles del juego.
No hay que esperar a terminar ninguna partida para contar los puntos ni acabar con nada. Es una progresión por niveles al más puro estilo juego años 90. Y eso… es adictivo.
Lo que suelo explicar en las formaciones que imparto: hay juegos que son chuletones (ojo, que habla un vegetariano). Son grandes, jugosos, hay que tener hambre para enfrentarse a ellos. Son deliciosos y te dejan lleno. No quieres repetir. Ha sido un gran juego, un magnífico juego. Pero no se puede comer chuletón todos los días.
Y otros juegos son como las pipas. No es manjar de dioses. No te van a cambiar la vida. Pero… cuando más lo necesitamos, siempre están las pipas. Y no puedes comer una. Esto es así. Siempre que sepas lo que son: pipas.
¿Qué aporta The Mind a nivel de trabajo cooperativo?
The Mind es un juego totalmente cooperativo. Y totalmente grupo dependiente. Para personas que no juegan habitualmente a juegos más complejos (lo que viene siendo el 95% de la población tirando por lo bajo), suele funcionar. Pero no únicamente eso, sino que suele sacar a relucir muchas cosas.
En primer lugar, la cohesión inicial del grupo y su progresión. Cuando esas personas llevan mucho tiempo trabajando juntos, se conocen de sobra. Saben quién es el más inquieto, el más analista, el más sesudo, el líder… y esto se nota en el juego. Porque no se puede hablar, no se puede gesticular, no se pueden hacer señas. Pero es muy curioso (porque si lo es, lo es) cuando un grupo de desconocidos llevan varias partidas juntos, como The Mind empieza a transformarse en una colmena. Cada persona del grupo empieza a identificar patrones del resto: “quién va más rápido, quién piensa más, quién se pone más nervioso en función a las cartas que tiene en la mano”.
Y esto lo hace por el método de “ensayo y error” previo. Pero (y volvemos al punto anterior) como es tan sencillo reiniciar el juego desde cero, pues se prueba y se falla tanto que las mentes de los jugadores pasan a ser una sola (vale, exagero… pero es curioso como se van encajando como puzzles).
El problema de esto (y la virtud) es como todo: la predisposición. En cuanto haya una persona del grupo que no esté dentro (por desgana, por cansancio o simplemente porque no le apetece) el juego no funciona. Cosa que no pasa con otros juegos, donde si un jugador no se mete, el track de puntos y otros sistemas mecánicas hacen que se queda atrás y resto pueden continuar.
Y aunque la cohesión grupal es lo fundamental, la intuición, la paciencia, la observación… también están presentes dentro de este pequeño juego (o experiencia).
Así que si alguien quiere que le diga lo que me parece: lo recomiendo (a título personal, tengo varias copias para talleres y formaciones). Para estudiarlo, para analizarlo y para experimentarlo.
Y para demostrar, una vez más, que el juego… NO es la experiencia.
Pd: Si alguien está pensando en comprarlo… está en Alemán. PERO (en grande y en mayúsculas) me ha dicho un pajarito que Mercurio Distribuciones… nos lo trae en nuestro idioma. Así que… excusas menos tres. 🙂
vortexbx
4 julio, 2018 a las 7:44 amNo conocía el juego, pero solo la descripción que has hecho, me ha dado el gusanillo de buscar información.
Tal y como lo explicas, sería muy interesante para dinámicas de grupo en empresa. 🙂
Cuando comentas que es parecido a la progresión de niveles de juegos de los 90’s me has hecho recordar las horas de juego en mi Spectrum, juegos sencillos y muy adictivos… entiendo que es eso a lo que te refieres 🙂
Muy interesante el articulo.
Pepe Pedraz
4 julio, 2018 a las 6:44 pmSip! Yo tenía un Amstad CPC 464.
Es fácil, sencillo, cooperativo y orientado al logro. Además da para ver muchos detallitos.
Yo lo recomiendo.
¡Gracias por pasarte!