El otro día, durante una pequeña formación sobre storytelling hice una prueba.
Les dije a los participantes que pensaran al azar una ambientación muy básica y un tema sobre el que se sustentaría un proyecto (las bases de su proyecto).
Había participantes de diferentes áreas. Y no falla.
El Apocalipsis siempre está ahí. Y en aquel momento fue una verdadera pena, pero hoy estoy en la disposición de decir algo:
Si vamos a destruir el mundo… hagamos que merezca la pena.
Con esto quiero decir algo sencillo. Si vamos a usar esta ambientación y nos vamos a cargar la tierra (otra vez) vamos a intentar sacar algo de reflexión y de crítica constructiva.
Y lo cierto es que para redactar esta pequeña entrada hay un suplemento que me ha venido muy bien: Apocalipsis Cthulhu.
Es un suplemento del juego de rol “El Rastro de Cthulhu” y hace un acercamiento un tanto distinto hacia este tipo de ambientación tan detectivesca y sobrenatural. Normalmente (tanto en El Rastro como en La Llamada) los “investigadores” (jugadores) se enfrentan a problemas (diversos y variados) con un horror que acecha pero que normalmente, no llega a producir una devastación en el mundo real. Existe un mal ancestral, lo sabemos, nos da pavor si lo visualizamos… PERO sus consecuencias no llegan mucho más allá que a la fatídica muerte de algún personaje.
En Apocalipsis Cthulhu se da un paso más allá… y se observa un mundo devastado (en este caso concreto, el 2 de Noviembre de 1936).
Y es muy curioso porque implementa algo que me resulta la mar de interesante como motor de investigación académica/cultural y reflexión crítica de la sociedad.
Nos presenta “La máquina del Apocalipsis”.
Un “motor“ de destrucción del mundo. Si ya de por sí, es bastante interesante y motivador tener la posibilidad de crear algo así (porque nos lo ofrece), más interesante es la necesidad que tendremos de estudiar varios aspectos:
- ¿Cuál es la causa de la devastación?
- ¿Qué desastres ocurren?
- ¿Cuáles son las víctimas?
Tres preguntas muy sencillas, y que, eliminando los Mitos y por tanto las monstruosidades, podemos llevar a un caso práctico real de un destrucción basada en:
- La Naturaleza
- Los Humanos
Y a partir de aquí… caer en una cascada de reflexiones sobre consecuencias de nuestros actos.
- ¿La tecnología se levantó contra la humanidad? (díselo a Terminator)
- ¿Hubo un calentamiento global que erradicó la mayor parte del planeta? (Mad Max igual tiene la respuesta)
- ¿Jugamos a ser creadores y generamos una enfermedad que devastó todo? (28 días después…)
- ¿Quisimos imponer nuestra ley y caímos en la barbarie más absoluta?
Si con esto, ya tenemos unas “entradillas” para generar unas narrativas la mar de interesantes, que además, puedan tocar diversos aspectos sociales, biológicos, geológicos o filosóficos…. También podemos llegar al último apartado. ¿Quienes fueron las víctimas?.
- El mundo tal y como lo conocemos (nuestra Realidad).
- La cultura y el saber (¿imaginamos un mundo sin libros? Al principio probablemente nadie se percate, pero cuando queramos comenzar a construir, a cultivar, a curar… habrá que buscar todo en el mismo lugar)
Lo cierto es que hay una cita que leí a Josep Cerdà que me acompaña desde ese día.
“La narrativa nunca es inocente”
Hagamos pues, que sea culpable. Que no esté por estar, que invite a la reflexión, que emocione o que genere debate. Que sea culpable de hacernos pensar, de recapacitar y de conseguir hacernos evolucionar.
En definitiva, cuando vayamos a “cargarnos” la tierra… hagamos que merezca la pena.