Hoy en #ilustresdeladiversión, me acompaña una persona muy importante en el mundo de la Ludificación en España. Isidro Rodrigo, ha formado a muchísimas personas (entre las que me incluyo) en el noble arte de la diversión y es un gran conocedor de este mundo, mucho antes de que varios de nosotros llegásemos. En su blog (HRGamer) ya comparte reflexiones, opiniones y todo su conocimiento, y hoy me ha brindado el honor (¡gran honor!) de participar en este pequeño rinconcito para brindarnos una recomendación y sobre todo, una de sus “píldoras formativas” que a muchos tanto nos gustan… sin más, os dejo con Isidro. Lo dicho, un auténtico placer.
De la misma forma que es imposible no comunicar (hasta el silencio nos dice algo de la persona que lo guarda) tampoco creo que sea posible no “jugar” en nuestras vidas. Pepe me cede el enorme honor de compartir un rinconcito de su casa virtual, y no paro de pensar qué aportar que esté al nivel.
Así que intentaré daros algo que llevaros en la mochila. Os recomendaré un libro. Pero nuevo, ¿eh? O al menos que no hayamos ligado mucho al mundo lúdico. Y lo haré con una historia, claro. ¿Hay otra forma?
Como dicen en “Kubo y las dos cuerdas mágicas” (preciosa historia, por cierto): No parpadeéis ni un segundo.
Corría el siglo pasado. Europa FM ponía singles de los 90 e Internet era cosa sobre todo de los americanos. Yo estudiaba en la UNED, y jugábamos cuatro al “Eye of the Beholder”, apretados en un asiento frente a un solo teclado, un flamante PC486 y una dañina pantalla. Y nos prestábamos libros.
En aquel tiempo llegó a mis manos un volumen de un tal Eric Berne. Había sido un superventas, decían, allá por el 64 y sobre todo me gustó el título: “Games People Play”, los juegos a los que juega la gente.
Resulta que el autor afirma que las personas se mueven habitualmente alrededor de un número limitado de roles, y por tanto el tipo de interacciones (de juegos) que se dan entre esos roles, son en la mayoría de los casos limitadas.
Por ejemplo, imagina querido lector una pareja joven, donde uno de ellos se pone en el rol de “niño” cuando se deja llevar por sus pasiones y piensa que quiere hacer un crucero y luego irse a las Spiel de Essen, y automáticamente desencadena en su interlocutor una posición complementaria de “padre” en la que este se niega pensando en el dinero que va a costar y las prioridades de gasto.
Más allá del valor psicológico del libro, os recomiendo su lectura por
- Narrativamente contiene ejemplos muy representativos de los que los cineastas llaman “high concept”. Esos temas y situaciones que resuenan de forma natural en las cabezas de nuestros jugadores
- A nivel de diseño, las interacciones entre los personajes en las diferentes situaciones/juegos que muestra Berne son paralelas a mecánicas y estrategias típicas en los jugadores
Basándome en esta idea hablé en uno de los primeros Gamification World Congress, allá por 2014, sobre el poder de los juegos en el campo de los rrhh. Ojo a esta charla, que creo que es imposible de encontrar y solo podréis verla…
¡Aquí!
Y es que cada vez estoy más convencido que tenemos que entender la vida como un juego. O más bien entender que todos “jugamos” a la vida. Es un enorme y complejo tablero multijugador donde se entremezclan mecánicas, roles, tiradas de dados, hojas de personaje y cartas…
Cuando las cosas vienen mal dadas, cuando me cabreo con alguien porque ha hecho algo “pensando en putearme” (si, soy humano, sé que no es cierto pero me pasa) me planteo las cosas desde una perspectiva lúdica: ¿Qué tipo de jugador es? ¿Qué tipo de personaje? ¿Cuál es su meta? ¿Cómo podemos complementar su juego y el mío? (a veces simplemente lo logramos simplemente jugando en mesas separadas).
He descubierto que si eres capaz de rodearte de personas que juegan juegos vitales complementarios a los tuyos, has dado pasos muy importantes hacia la felicidad.
Mantener, como dicen mis admiradas Marinvas, una actitud lúdica en la vida, es dar pasos de gigante hacia la paz interior.
¿Te animas?