La letra, con juego entra

En la entrada de hoy me acompaña una compañera que respeto y admiro enormemente. Ana Ordás, especialista en gamificación dentro de bibliotecas, patinadora y mejor persona, ha aceptado mi invitación para participar en este pequeño rinconcito que es #ilustresdeladiversión. Y lo hace explicando un proyecto conjunto, donde participamos con la editorial Edelvives, realizando unos talleres para profesores de infantil y primaria. No os adelanto mucho más, que ya os lo cuenta Ana…. como siempre, un auténtico placer:

La letra, con juego entra

“¡Vaya una cosa! – pensaba Alicia-. ¿Qué tiene de divertido leer un libro en el que no hay dibujos ni diálogos?”[1].

Quizás si el libro que leía la hermana de Alicia no hubiera sido aburrido Alicia no hubiera viajado al País de las Maravillas y vivido sus increíbles aventuras.

Esa inmersión en un mundo maravilloso es lo que se debe conseguir con la lectura. Los que conocemos el poder del juego sabemos que cualquier experiencia deber ir acompañada de emociones, que son las que la hacen inolvidable y que queramos repetirla una y otra vez.

Pues Alicia, y su viaje a las nubes, ha sido el hilo conductor de las Jornadas Educativas Edelvives 2017 que he tenido el placer de compartir con Pepe Pedraz en el taller “La letra con juego entra”.

La letra, con juego entraEn el taller, dirigido a maestros de infantil y primaria, tratamos de demostrar todo lo que el juego puede hacer por ellos y por sus alumnos. Cómo el pensamiento lúdico nos ayuda a cambiar la forma de ver las cosas y afrontar los problemas. Cómo jugar es un acto voluntario y esa voluntariedad debería ser la forma de aproximarse a la lectura.

El juego es fundamental en el aprendizaje:

  1. El juego es emoción, y sin emoción no hay aprendizaje
  2. El juego despierta la curiosidad, y la curiosidad pone al cerebro en modo aprendizaje
  3. El juego fomenta la autonomía, la toma de decisiones y el pensamiento crítico
  4. El juego es experimentación, lo que permite aprender basándose en el ensayo y error.

El juego crea un círculo mágico que además de motivarnos a participar, nos da la libertad de equivocarnos sin miedo a unas consecuencias reales. Y si algo tienen los juegos es que, aunque fracasemos, seguimos jugando una y otra vez, y además nos divertimos. Porque como dice Pepe Pedraz, del error también nace el conocimiento: “Fracasa rápido, fracasa mucho, fracasa jugando”.

Además, si enseñamos la utilidad de los conocimientos creamos un entorno que motiva a los alumnos de forma intrínseca y un alumno motivado es un alumno que aprende. Y es a través de esa motivación intrínseca por la que deberíamos llegar a la lectura – “No queremos que lean, queremos que quieran leer”- que lean por el placer de la actividad en sí, no por las recompensas que les ofrezcamos.

Porque si unimos la lectura a las recompensas, el propio placer por descubrir y aprender queda relegado por el de ganar. A medio o largo plazo sustituye las recompensas que quizás puedes ofrecer en una primera etapa, por experiencias que disfruten. Usa el potencial de la diversión.

¿Y cómo es el aprendizaje de la lectura basado en juegos? Es un juego en si mismo; coge un libro, una historia, y la pone en el juego para hacerla más fácil de entender y más divertida, porque el alumno puede participar en ella. De todos modos, no es jugar por jugar, hay que tener un objetivo, el de la lectura, o digámoslo de otra forma, el del amor por las historias.

La gamificación en cambio utiliza componentes de los juegos para aplicarlos a lectura, pero no es un juego en si mismo, es leer. Es una forma de añadir elementos de un juego a la lectura para llamar a la acción. ¿Os acordáis de los libros de “elige tu propia aventura”? Incluían el principio de la autonomía del lector, añadían la posibilidad de participar en la historia eligiendo un camino propio. También se pueden añadir sorpresas, retos, recomendaciones, certificados, área social para comentar y compartir, equipos y muchos otros elementos de los juegos que no se quedan en los tan manidos PBL (puntos, medallas y clasificaciones) que es verdad que funcionan muy bien en edades tempranas, pero que deben relegarse a una primera fase de acercamiento a la lectura (onboarding).

En definitiva, el aprendizaje basado en juegos o la gamificación, es tratar de poner la actitud de jugar en el centro de la lectura; concebir la lectura desde una perspectiva lúdica.

En este punto existe un hándicap ¿Cómo elegir la lectura frente al resto de actividades lúdicas? ¿Cómo conseguir centrarnos en un texto? En un mundo infoxicado, con exceso de información, donde resulta difícil leer un texto de forma pausada, sin saltar palabras (dime que en este post no te has saltado alguna), el juego en torno a los libros puede ser uno de los antídotos, porque crea un círculo mágico que nos hacer estar predispuestos a adentrarnos en él y querer quedarnos.

Para crear ese círculo mágico entorno al libro hay que tener en cuenta la Narrativa, como una forma de crear expectación y captar la atención; una forma de enganchar, de contar una historia que tenga que ver con cosas que les interesen a los alumnos.

Otro aspecto a tener en cuenta es el “Flow”. Uno de los pioneros en el estudio de la felicidad, afirma que la gente realmente es feliz durante un estado de conciencia llamado “Flow” en el que estamos tan concentrados en la una actividad que el tiempo se para. Y esa concentración sólo la conseguimos si hay un equilibrio entre la dificultad de la actividad y nuestras competencias. Por eso es tan importante tener en cuenta la comprensión lectora de un alumno antes de enfrentarle ante una lectura.

En definitiva, es hacer que los alumnos se impliquen en la historia y actúen, creando una experiencia única, que les sorprenda, haciendo que se sientan parte de ella.

La letra, con juego entra

En el taller por supuesto que jugamos, utilizamos juegos narrativos como los “Story cubes” para contar historias, el “Ikonikus” para empatizar con los personajes de los cuentos, herramientas como “Pequeños detectives de monstruos” para crear un juego de rol relacionado con la biblioteca escolar, y como no, dejamos volar la imaginación, la herramienta más poderosa que todos tenemos para aplicar la actitud lúdica antes los retos a los que nos enfrentamos.

“… sabía que Alicia conservaría para siempre el mismo bondadoso y sencillo corazón. Un día congregaría a su alrededor a otros niños […] y entonces haría brillar sus ojos contándoles cuentos, tal vez incluso la misma historia de su extraño viaje al País de las Maravillas.”

[1] Lewis Carrroll y Rébeca Dautemer, Alicia en el País de las Maravillas, p.5 (Edelvives, 2015)
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