Infoxicación
Esta es la primera palabra que me viene a la mente cuando me preguntan por la cantidad de estímulos que las personas recibimos en nuestro día a día. Este término no hace más que resumir de un modo muy claro, el exceso de información al que estamos sometidos.
¿Cuantos dispositivos manejamos en un solo día?, ¿cuáles son los canales que más usamos?, ¿hay alguno de ellos que nos sorprenda más que el resto?, ¿hay algún tipo de información que nos genere más compromiso?, quizá buenas preguntas que podemos hacernos para entender los siguientes términos de los que vamos a hablar.
Y es que existe un elemento fundamental por los que considero que el poder del juego es decisivo a la hora de tender puentes y establecer vínculos con los usuarios que en ellos participan:
La narrativa tiene unas grandes características especiales que hacen muy útil su uso:
- Tiene una alta capacidad de atracción.
- Establece vínculos emocionales con el usuario.
- Las buenas historias, se quedan guardadas en nuestra memoria.
- Facilita nuestra capacidad de transmisión de la información.
- Una buena historia, es la antesala de la diversión.
La narración es uno de principios básicos en la organización de la memoria, y está muy relacionada con la generación de emociones, que actúan como pegamento y hacen que lo que escuchemos, quede grabado en alguna parte de nuestro cerebro. Y si es bueno, quedará por delante de otras muchas cosas que recibimos a lo largo de nuestro día a día.
Las historias, son el pegamento de la memoria
Y lo mejor es que si combinamos el juego con las narrativas, damos la opción a los usuarios de participar en primera persona y sumergirse de una manera mucho más emocional y cercana en los procesos (lo consumo, participo, veo resultados y continúo).
Por esto es tan importante combinar de un modo efectivo mecánicas de juego con una narrativa potente (y aquí TODOS tenemos mucho que aprender de los juegos de rol).
Si bien es cierto, que a nivel de preferencias, me inclino hacia el lado más “analógico” de la diversión, sería muy terco por mi parte obviar que la clave del éxito de gran parte de los proyectos se basa en la implantación de elementos transmedia y crossmedia.
Pero, ¿qué son las narrativas transmedia y crossmedia?
Este tipo de narrativas son una forma diferente de contar historias, en las que los medios analógicos y digitales (televisión, papel, dispositivos móviles, internet, juegos de mesa, videojuegos, juegos de rol, aulas, entornos formativos….) se ponen al servicio del relato que queremos transmitir. La creación del mundo imaginario por donde los usuarios se moverán se basa en el uso de diferentes plataformas.
Esta forma de narrar una historia determinada incide directamente en el factor sorpresa, invitando e incitando a la acción a las personas. Una cualidad que considero muy positiva en este tipo de técnicas, es la capacidad de fragmentar la información y repartirla por diversos medios, facilitando la predisposición a consumir contenidos.
Y hasta aquí, el camino conjunto del Transmedia Storytelling y el Crossmedia Storytelling.
Porque llega un punto, donde hay una cierto aspecto de inflexión que los diferencia, y podemos pensar que estamos aplicando aspectos transmedia, cuando realmente lo que estamos creando es una estructura crossmedia.
Comencemos por las narrativas crossmedia. En este tipo de narrativas, la historia no se entiende sin la suma de las partes. ¿Qué quiere decir esto?. Pues que la estructura está preparada para que los usuarios vayan dando “saltos” entre diferentes dispositivos, pero es estrictamente necesario que vayan pasando por todos los medios para conseguir una experiencia completa. La autonomía (recordemos el modelo RAMP), está muy rebajada ya que nuestro poder de decisión sobre qué contenidos consumir está muy reducido (es necesario consumirlos todos).
Y ojo, que esto no es multiplataforma, ya que no es un mismo contenido adaptado a cada dispositivo, sino que el contenido de cada plataforma en el crossmedia está creado “para la ocasión”, pero deben consumirse para entender la experiencia en su totalidad. De este modo potenciamos la interacción con los usuarios.
Para orientarnos, vamos a hacer un breve esquema:
En una experiencia clásica (por ejemplo, un libro), una única plataforma (el propio libro de texto) es el que guía y nos hace consumir el contenido. Como vemos, se producen unos intervalos (flechas grises de decisión, en este caso, nula), donde cerramos el libro para descansar, o si estamos en un entorno formativo, para finalizar una sesión. En la siguiente, abriremos el libro por la última página donde lo hemos dejado, “et voilà!” a seguir consumiendo contenido.
En la experiencia Crossmedia, cambia la estructura significativamente. Cuando ejercemos la pausa (en este caso, será por cambio de plataforma), se nos dirigirá a otra plataforma diferente para continuar con la experiencia.
¿Imagináis un historia donde el protagonista roba un móvil en una peligrosa misión y para ver una conversación que puede desenmascarar a un personaje, se le deba redirigir a una red social y perfil concreto?.
Pues esto es un ejemplo crossmedia. Evidentemente el usuario puede elegir continuar el libro sin pasar por la red social (hablo de libro, por poner un ejemplo básico), pero se perderá la conversación que probablemente revelará tramas y arcos argumentales que en caso de no ser conocidos, no permitirá hacer un disfrute de la experiencia completa. Hablando a “grosso modo“: ninguna de las plataformas tienen un sentido propio si no es compartido en su globalidad.
Y ahora vamos a hablar de la arquitectura transmedia, un paso más allá de la crossmedia y dando un valor de autonomía y participación mayor a los usuarios.
A los esquemas antes descritos, vamos a añadir el transmedia:
Las narrativas transmedia, son un tipo de estructuras que pueden confundirse fácilmente con las crossmedia, pero que tienen un punto en el que difieren significativamente. El usuario decide qué contenidos anexos consumir y es libre de entrar y salir del itinerario marcado sin que afecte al desarrollo de la trama principal. Cada una de esas plataformas, tiene un sentido narrativo propio y cerrado (al contrario que el crossmedia), y pueden ser consumidas independientemente o en su conjunto para ampliar el mundo narrativo (¿os suena el término spin-off?).
Por eso mismo, cuando hablamos de estructuras transmedia, estamos hablando de autonomía (la del usuario que es capaz de decidir por donde moverse), de el mundo por encima de una historia en concreto (no importa tanto un hilo argumental en concreto como el mundo que seamos capaces de crear con el conjunto de historias), y sobre todo, de participación activa e interactividad (las personas debemos tener la capacidad de colaborar e interactuar por diversas plataformas y medios, ayudando a este tipo de iniciativas a crecer).
Además, y este apartado es algo MUY importante, la coherencia debe reinar sobre todo el proceso de construcción transmedia. Aquello de conseguir un universo transmedia como el de Star Wars (varias trilogías, series de dibujos animados, videojuegos, juguetes, juegos de mesa, de rol….. ) no se hace en dos días, y mantener una coherencia con un guión madre u original (¿de dónde nació todo?) es muy importante para que no se derrumben todos los puentes que hemos tendido.
Más adelante, podremos hablar de los tipos de características que puede tener una iniciativa transmedia, pero este es un buen punto de partida, para saber todo lo que pueden aportar a nuestros proyectos. Y es que en el transmedia (y crossmedia) está la clave del éxito en muchos casos (y aquí es donde mejor se ve el potencial de las historias como eje vertebrador de nuestras experiencias gamificadas), ya que nos permite presentar nuestra información de un modo muy dinámico, participativo y novedoso (muchas personas ya aplican entornos crossmedia en ámbitos formativos).
Si una historia ya tiene los suficientes elementos para captar la atención y enganchar a la audiencia, fomentar la conectividad e interacción, nos dará la clave para conseguir elevar nuestra experiencia a un nuevo nivel de calidad y por supuesto, de compromiso.
daniela
3 febrero, 2018 a las 7:47 pmGracias por tu artículo, está súper claro y didáctico.
Pero tengo una pregunta:
Ambas narrativas (cross y trans) utilizan medios analógicos y digitales?
Saludos!
Pepe Pedraz
4 febrero, 2018 a las 2:06 pmBuenas Daniela!
La única diferencia es que en la Transmedia los contenidos pueden ser consumidos de forma “independiente” con un sentido propio (aunque si consumes el global amplías el universo) y en la Crossmedia hay que continuar una línea para entender la experiencia completa. Y claro, ambas pueden contener medios analógicos y digitales, aunque la transmedia te da mucha más libertad a la hora de usarlos (por el tema del valor propio de cada contenido incrustado en cada plataforma).
Gracias por pasarte a comentar!
Un Saludo!