La teoría “D20” en aprendizaje basado en juegos

Esta semana toca un artículo donde quiero profundizar en una propuesta que he ido desarrollando durante los últimos años.

Realmente, no es algo excesivamente novedoso (como nada de lo que expongo aquí lo es). Más bien es un “machihembrado” de conceptos que he ido incorporando y ajustando para trasladar de un modo más o menos eficaz y estructurado los proyectos basados en juegos y su capacidad de reflexión y aprendizaje.

Y para cubrir todo esto, he decidido bautizarlo como la “teoría D20 en aprendizaje basado en juegos“.

Pero… ¿de dónde sale todo esto y de qué forma he decidido estructurarlo?.

En primer lugar, hay que tener MUY claro que GBL (y su castellanización ABJ) es el uso de juegos con una finalidad determinada (aprendizaje), más allá de la pura diversión.

Porque si el objetivo de un juego es divertir, en el ABJ no se busca “per sé” que la diversión sea un objetivo. Más bien es una forma de caminar para llegar a otro objetivo: el aprendizaje.

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Recordemos la teoría de la Balanza

En segundo lugar, hay que recordar, que pueden existir dos tipos de aprendizajes básicos que emanan de los juegos (usados con un objetivo determinado por parte de un profesional con conocimientos).

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Cuando jugamos (realizamos el acto de jugar CON un juego) existen dos tipos de aprendizaje:

  1. El incrustado, el que se sitúa dentro del propio juego. Puede estar relacionado con dos tipos de experiencias: las que se desarrollan para un ámbito en concreto y las que se basan en un trasfondo que resulta interesante con el objetivo que perseguimos. En el primer grupo podemos encontrar juegos desarrollados exclusivamente para entornos de aprendizaje (modificando ya existentes con alguna información teórica en mente). En el segundo, aparecen juegos que tienen un contenido lo suficientemente potente para poder ser usados como una herramienta (sí, los juegos son herramientas que complementan una actividad) que afiance conocimientos.
  2. En cambio, el emergente es aquel que se desarrolla mientras se juega en las dinámicas que genera el juego. Aquí es donde entran más las capacidades que los conocimientos previos, y las reflexiones que pueden afianzar un aprendizaje previo. Realmente en muchos casos de ABJ importa más la parte emergente que la incrustada, ya que el hecho de pontenciar y enfatizar aspectos durante el desarrollo del juego es donde reside el verdadero valor. De igual modo, todas las personas que dinamizan actividades, se están enfocando en un aprendizaje emergente basado en dinámicas de juego (que NO en juegos).

En tercer lugar, hay que recordar un proceso que se ejecuta cuando pretendemos “enfrentarnos” a proyectos basados en juegos. Lo escuché hace mucho tiempo a Imma Marín, una auténtica referente dentro del mundo lúdico. Este proceso no es otro que “ACCIÓN – REFLEXIÓN – TRANSFERENCIA“.

Y con el paso del tiempo (y de los proyectos), he comprobado varias peculiaridades de este proceso:

  1. Acción: en dicho proceso, la acción (jugar al juego en sí) debe ser un acto Autónomo, que se base en la Relación con otras jugadoras y que mejore de algún modo la Maestría de las jugadoras dentro del propio juego (explorando mecánicas, estrategias, etc…). Interferir continua y excesivamente en este juego (diseñado previamente, claro está) hace que la parte de acción (la realmente válida como mediadora y la que ofrece un impacto de nuestras decisiones en un entorno controlado) decaiga enormemente.
  2. Reflexión y Transferencia: dos conceptos que pueden estar íntimamente relacionados (que deberían estarlo) pero que muchas veces, no se produce. Recalco algo fundamental en las experiencias basadas en juego: deben dar lugar a la reflexión. Si únicamente diseñamos con una finalidad de transferencia, el proceso (A-R-T) se queda cojo y únicamente estamos reconvirtiendo un contenido “X” basándonos en los tres principios básicos que nos ofrecen los juegos (pildorización de la información, interactividad y repetición). Es decir, acabamos haciendo lo mismo de siempre, vistiéndolo de componentes y arte bonitos. ¿Útil? según nuestro objetivo, puede ser. ¿Cortoplacista? seguro.

Por tanto, y teniendo claro el contexto que engloba el aprendizaje basado en juegos, podemos estar en disposición de elaborar la “teoría D20 en aprendizaje basado en juegos“. Que no es más que un triángulo donde tenemos que equilibrar de un modo eficaz y realmente eficiente las partes de juego, pienso y adquiero.

Y esto es fundamental para saber de primera mano, el tipo de juego que queremos establecer (dirigido o serio/pedagógico) así como para estructurar los tipos de aprendizajes que pretendemos que emanen del diseño del mismo.

Puesto que la reflexión está íntimamente ligada a los aprendizajes emergentes y la transferencia lo está con los incrustados.

Y lo que es más importante, la reflexión final de un pequeño proyecto (basado en ABJ o únicamente en dinámicas concretas), puede ser un disparador para usar un juego diferente que nos lleve a otra reflexión y a otro aprendizaje. Porque estas 3 variables, unidas por dos tipos de aprendizajes, está interconectadas: pudiendo generar una colmena de pequeños proyectos interrelacionados entre sí.

No se trata de otra cosa que de ir “tirando de un hilo

Aquí os dejo… la “teoría D20“. O como construir un gran proyecto basándonos en una pequeña experiencia de ABJ.

Y ahora, vamos a poner un ejemplo rápido: imaginad que un día os apetece introducir el juego Ikonikus (por poner un ejemplo al azar) para trabajar de una forma controlada y ajustada las emociones…

¿Hasta dónde podríais llegar con las conexiones Acción – Reflexión – Transferencia?

Y con este simple ejercicio, se puede mostrar que los proyectos más interesantes, comienzan por pequeños desafíos.

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3 comentarios

  1. Sin duda me vuelvo a levantar a aplaudir, plas, plas, plas, plas. Me vuelvo a quedar con la boca abierta, como las vacas al tren, y sin dudar que gran forma de sintetizar todas las ideas. Gracias por compartir tus ideas y conocimientos, de verdad, a mi me aclaran muchas cosas.
    De verdad muchas gracias.

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