El otro día vi en Twitter una publicación de Eulàlia (profesora de Lengua y Literatura Catalana en un Instituto de Baleares y sobre todo, mejor persona) y he de reconocer que sonreí bastante.
Fijaos que sonreí tanto que me dió por escribir este artículo.
Revisé el blog antes de ponerme a escribir. 208 entradas escritas desde que abrió la “versión 2.0” (adquirió el dominio propio, antes tenía un dominio WordPress). Algunos vídeos, un podcast con mi amigo y compañero Jordi Martín. Desde el 2015 dedicándome en exclusividad a esto. Unos cuantos éxitos y algunos fracasos más en proyectos. He trabajado haciendo proyectos e impartiendo formaciones con educación pública, concertada y privada. Con ong´s, asociaciones y con empresas. He escrito un libro muy pequeñito y básico, he participado en algunos otros y he diseñado algunos juegos (nada destacable).
He escrito varios artículos con una carga crítica elevada, tales como:
- El año que gamificamos peligrosamente.
- La fábula del Brócoli y del Chocolate.
- El ángulo muerto.
- ¿Tú lo jugarías?
- Esta no es la forma de hacer las cosas.
Entre otros muchos. Con esto quiero mostrar que en ocasiones, parezco un poco “El Grinch“. Porque sinceramente, creo que los juegos (y el acto de jugar) es maravilloso. Más allá de medias, medianas y modas. Y ciertos conceptos novedosos difuminan y minusvaloran la esencia del juego.
Revisando mis escritos (porque a veces tengo que revisar ciertas burradas que he podido poner), leí esto (copio literal):
- “En las ludotecas de las que nadie habla en ningún periódico porque no llevan el término de GAMIFICACIÓN. Creo que ahí reside la base de cualquier desarrollo lúdico, humano y cultural”
Probablemente por algo de esto, también he sonreído.
Porque durante este camino, prometo que yo también he cambiado un montón. Empezé siendo un “flipao” de la vida. Me he relajado bastante en ese aspecto. A base de los fracasos anteriormente mencionados (poco se dignifica el fracaso como motor de aprendizaje en RRSS y mucho se acentúa como beneficio en los juegos). He aprendido la diferencia entre merecer y necesitar. Entre humo y realidad. He hablado con un montón de personas que me han hecho cambiar de opinión. Y con otras tantas con las que no coincido (y bueno, tampoco pasa nada). Pero si con algo me quedo de todo este camino, es con los éxitos de personas como Eulàlia.
No por haber tenido nada que ver (porque no he tenido absolutamente nada que ver). Sino porque personas como ella demuestran (y me siguen demostrando) que los mejores proyectos son los que comienzan por el principio y no por el final. Son los que invierten un tiempo en crear una cultura (de juego en este caso). De los que siembran para luego recoger.
Son aquellos proyectos que se maduran con el paso de los años. Como Ídolos de Acero, de Jesús Martin. Como Life Saviors de Irene Alonso. O como la ludoteca maravillosa que ha implantado Josep Oliver (Immaculudica). Hay muchas personas de las que he aprendido mucho: Roberto Alhambra, Óscar Recio, Christian Negre, Óscar de Paula, Meri Nieto, Miguel y Andrea… Y todas y todos los que me dejo por el camino (muchísimos, no puedo reproducirlos todos).
En la muestra hay proyectos basados en juegos más profundos y otros más livianos. Pero todos tienen algo en común (o eso creo): pensaron en pequeño para, poco a poco, convertirse en referentes.
Probablemente pensaron en algún momento, que su proyecto no servía para nada. En tirar la toalla. Para luego recuperarlo. Algún día haré un diario de diseño, pero fundamentalmente son las mismas experiencias de “ensayo y error” que se viven diseñando.
Lo que se conoce como Game Thinking (que es un poco como la gamificación, todo el mundo hablamos de ella pero luego no sabemos llevarla a buen puerto con fiabilidad. Me incluyo).
Total, que con estos éxitos (de los que me alegro una auténtica barbaridad) sigo construyendo un aprendizaje personal (mi propio “viaje del héroe”). Cuando algo ha funcionado, cuando algo ha salido bien a largo plazo (y reitero el a largo plazo) es porque creo que se huye de las modas. Porque realmente se cree en aquello que algunas personas llamamos “el poder del juego”. Algo transformador, que no desestima y devalúa el concepto de jugar ni engrandece otros conceptos como “gamificar”.
Y siempre que busco enlaces que validen de una forma u otra el uso de juegos, en todos coinciden en hacer proyectos ajustados, pequeños y “al pie”.
Total, que me gusta la idea de tener otro link en mi diario/diccionario/biblioteca particular cuando alguna persona me pregunta o me pide información/seguimiento para su TFG/TFM. Después de darles una “chapa” épica (sobre cosas que creo, NO hay que hacer), les digo: “y ahora viene lo bueno, las personas que hacen cosas chulas y bonitas. De las que merece la pena aprender. Que respetan esa esencia”.
La esencia que lo impregna todo. Jugar: una garantía de aprendizaje real.
PD: Y ya que estoy contento, pues tengo que haceros una recomendación de lectura. Conozco a Pepe (un Pepe mucho mejor que yo), a Isaac y a algunas de las personas que han participado (como Pablo). Y si ellos están detrás, pues os recomiendo encarecidamente que leáis esto. Está en libre disposición, aunque bajo mi punto de vista, debería poder comprarse. Por aquello de valorar el trabajo de las personas. Os dejo el link:
Julia Iriarte
2 junio, 2020 a las 7:56 amEl éxito de personas como Eulàlia va, definitivamente, mucho más allá. El trabajo constante que ha realizado durante años y que realiza día a día porque cree sincera y profundamente en la labor docente, es impagable. Eulàlia es una gran profesional y, como dices, mejor persona. Compartir un rato con ella es descubrir por qué el trabajo de una profesional de la enseñanza puede ser un reto cansado y maravilloso. Me hace feliz (aunque no me sorprende, conociéndote y sabiendo lo que valoras el trabajo) que escribas un artículo inspirado en el éxito de ese pequeño proyecto, que es tan importante.
Pepe Pedraz
2 junio, 2020 a las 10:52 amPues sí. No puedo añadir mucho más.
Lo cierto es que me agradan especialmente este tipo de proyectos tan pequeños y que valoran tanto la esencia.
Y me gusta que se reconozcan y se pongan en valor.
Un “Win-Win” 🙂
Eulàlia Carbonell
2 junio, 2020 a las 11:13 amMadre mía Pepe (y Julia!) . Muchísimas gracias por vuestras palabras, que son un chute brutal de energía para seguir. La verdad es que para mí es muy importante, creo firmemente en ello y estoy convencida que transforma vidas. Porque conmigo lo hizo. Gracias, gracias y mil gracias! ❤️