La inmersión: Asignatura casi obligatoria en los procesos de juego

Ya había oído hablar de él, pero el otro día me dispuse a realizar el test para crear mi perfil de motivación e interés en los juegos de mesa. A todos los que les guste jugar e introducir procesos de juego en sus dinámicas o proyectos, les recomiento mucho que, por lo menos, lo completen una vez (y ya si consiguen que más gente lo realice para sacar conclusiones, pues mejor que mejor…)

COMPLETAR PERFIL DE MOTIVACIÓN EN JUEGOS (MESA&VIDEO)

El caso, es que realicé el mío por curiosidad (no es algo mucho más novedoso que determinar qué tipo de jugador eres en la clasificación de Bartle), pero en estas cosas, siempre es divertido ver cuál es tu representación según los parámetros definidos por los autores. Y este fue mi resultado:

Tampoco le dí demasiada importancia porque me conozco, y sé que valoro mucho el grado de inmersión que me proporcionan los juegos y sobre todo, su estética y diseño. Incluso dentro de los abstractos, valoro enormemente la forma en la que están presentados. El caso es que durante unos días, comencé a ver diferentes resultados de personas diversas (véase @noeblanch, @joseabellan, @isidrorodrigo, @yiyembo, @yon_salgado, @jman3po, @oscarreciocoll…) y comencé poco a poco a observar que se repetían diferentes patrones…

 

Al igual que cuando queremos “evaluar” un grupo de jugadores, siempre observaremos que algunos tienden más a la cooperación y otros les gusta más la competición, cuando realizamos un test como este (que se divide en ocho variables) veremos muchas tipologías diferentes, con un pequeño nexo en común:

La importancia de la inmersión en el proceso de juego.

En otras palabras, el sentimiento que nos generan este tipo de juegos durante y después de enfrentarnos a ellas. Y es que las emociones que seamos capaces de trasladar a los usuarios son fundamentales a la hora de desarrollar una experiencia que “enganche” y cree un compromiso a largo plazo (que no es otra cosa que querer repetir una y otra vez).

Porque no debemos olvidar que aplicar procesos basados en juegos en un sistema (sea cual sea), no es más que “activar” las motivaciones intrínsecas de los usuarios a través de la curiosidad, animando el afán de superación, creando actividades inmersivas, potenciando la pasión y en este entorno, reconociendo los éxitos y logros en el desarrollo de las acciones….

Un ejemplo claro:

¿Cuál es el motivo por el que todos nos quedamos entusiasmados cuando vemos un proyecto de Mr. Wolf?

Sabemos que es algo a lo que le ha dedicado muchas horas (y reconocemos su esfuerzo), somos conscientes que tiene un fondo trabajado y que ha habido un desarrollo muy duro a la hora de alinear las mecánicas con los objetivos que debe alcanzar como docente (quizá el trabajo más difícil de aplicar este tipo de técnicas), pero hay algo que puede estar quizá, un escalón por encima de todo, para que nos cause ese amor a primera vista: la temática, la narrativa y como consecuencia el grado de inmersión que son capaces de llevar incorporados.

Y es que no hay camino más corto para conseguir una inmersión total que el de las narrativas elaboradas y las estéticas vistosas (la estética ayuda a llamar la atención y a causar predisposición, y la narrativa engancha y transporta al centro de la acción).

La inmersión es una de las claves que consigue transformar una diversión “más superficial” (jugar por jugar) ligada a un objetivo concreto, en una diversión más profunda desde el punto de vista emocional, empático y de largo recorrido.

Además, nos ofrece una serie de grandes cualidades que afectan directamente a los participantes de la experiencia:

  1. Interiorizar los conceptos que se transmiten a través de las historias.
  2. Comprender el porqué de las cosas y las características narradas en las crónicas.
  3. Alinear nuestros objetivos internos con los desafíos de los mundos ficticios.
  4. Crear un significado propio de todo lo que estamos experimentando.
  5. Extrapolar este viaje a nuestro día a día e intentar hacerlo realidad.

Y acompañando la parte narrativa que otorga un profundo grado de inmersión a cualquier proyecto, nunca debemos olvidar a nuestro particular “pegamento” de la experiencia: la coherencia. Y es que la inmersión es un cristalino puente que puede romperse en cientos de pedazos si alguna de las mecánicas, dinámicas o elementos de juego no están totalmente ensamblados con la parte narrativa y estética. Un proyecto precioso, con una historia apasionante, que a la hora de enfrentarse a él supone un cúmulo de incomprensiones y dudas, hace que todo el trabajo previo pueda caer por tierra.

Y es que la coherencia entre la parte de juego (mecánicas y elementos) y la parte narrativa (historias, guión y estética), deben ir de la mano cuando desarrollemos nuestras experiencias.

Por todo esto, trabajar el grado de inmersión dentro de un proceso de juego es muy importante para atrapar a los participantes y por supuesto, para dejar un pequeño poso de “quiero más“, que les haga interesarse en repetir nuestras experiencias y mejorar su predisposición ante futuras aventuras.

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