El poder de la nostalgia: cosas que aprendí de mi vieja colección de videojuegos

Siempre que pasan ciertas épocas vacacionales (en este caso, las ya terminadas Navidades) y regreso a Alicante (con un poco de tiempo), me da por rebuscar en mi antigua habitación en busca de mis antiguas colecciones (a las que tenía tanto aprecio). Y llegado este punto, me invade esa nostalgia que me hizo disfrutar grandes tardes y noches de aventuras.

Después de:

Llega este… cosas que aprendí de mi vieja colección de videojuegos. También es cierto que el empujón definitivo que necesitaba para escribir este artículo me lo dio el último episodio de Cero en Cordura, maravilloso podcast que recomiendo encarecidamente como medio de divulgación cultural de todo lo relacionado con literatura, juegos de mesa, videojuegos y juegos de rol. Sencillamente maravilloso.

Aquí lo tenéis…

Dicho esto, y rebuscando en mi memoria y por mi habitación, he encontrado algunas joyas de las que aprendí cosas maravillosas y que me aportaron un montón de novedades que, visto con el paso del tiempo, han resultado ser tremendamente útiles en mi día a día.

El primero: Oh Mummy

Mi primera aproximación con una computadora fue con el Amstrad CPC 464. Y el Oh Mummy, la primera experiencia lúdica que recuerdo en formato digital. Mi hermano me dió el Cassette donde estaba el juego y un bastoncillo para los oídos con el que limpiar la reproductor del Amstrad.

Pues con este primer videojuego aprendí dos cosas: a tener paciencia y sobre todo, que cualquier cosa puede hacerse cooperativa. Para los que coexistimos de alguna manera con estos ordenadores personales (en mi caso, por sucesión directa) las palabras… “RUN” Press play then any key”, eran la antesala de la felicidad. Pero el peaje que había que pasar era una espera de carga. Un bocadillo, un paseo breve o simplemente mirar a la pantalla deseando pasar unos momentos maravilloso.

Lo del cooperativo era muy interesante. Tenía un vecino con el que jugaba a dobles, pero de una forma un poco triste. Yo manejaba izquierda y derecha y mi vecino arriba y abajo. Y así nos pasábamos una tarde completa de diversión absoluta.

Porque las pequeñas cosas… son las que marcan la diferencia.

La perseverancia: PC Fútbol 4.0

Domingos. Ese era el día del Pc Fútbol y Pc Calcio.

Sé que con el 5.0 llegó la revolución, pero las viciadas intensas que me pegué con otro de mis vecinos todos los domingos por la tarde a día de hoy, son dignas de enmarcar.

Con la llegada del 4.0, aterrizó el modo ProManager, donde los jugadores podríamos coger a un equipo de 2ª División (que no tenía nombre de banco ni nada) y subirlo al altar. Muchas tardes con el Hércules (de Alicante) planificando estrategias, fichando jugadores y hasta ampliando el estadio.

Porque conseguir llegar al Olimpo del fútbol no era cosa de un momento.

PD: Preud’homme porterazo (tenía que decirlo).

El Flow: Vampire: The Masquerade – Redemption

Mira que en el rol soy poco (muy poco) de Vampiro, pero es que la historia que contiene este videojuego es una señora narrativa, y su modo de varios jugadores… no os digo nada.

Un cruzado y su viaje de “avería y redención” digno de llevarse a cualquier serie de televisión actual. Y el tiempo que pasa volando, desde las primeras misiones hasta el mundo “futurista”.

Además, contaba con un multi jugador que para mí, era una chulada. Podías actuar como director de juego (sí, el clásico de rol) pero con escenarios vacíos para dotarlos de contenido y jugar con los amigos vía internet o red local. En aquellos momentos, a mí me voló la cabeza.

Si hablo de “enganche” a un juego, probablemente este Vampire: The Masquerade sea en el que el tiempo se me ha pasado más rápido. Y esto, es el Flow.

Las decisiones: Blade Runner

Después de “¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?” llegó esa gran película que fue Blade Runner. Y también recibimos, allá por 1995 (hubo otro en el 85, pero ni lo recuerdo), este videojuego la mar de interesante (y todo un referente).

El argumento del videojuego iba a la par que el de la película. Si en el film acompañábamos a Rick Deckard, que era llamado a filas para investigar un grave incidente, en el juego encarnábamos a Ray McCoy, un novato del departamento de policía, que tenía que inspeccionar una tienda de animales en la que ha ocurrido un asesinato.

Independientemente de la atmósfera o el apartado gráfico (que a mí, personalmente me alucinó e hizo que viera tanto la película como que me leyera el libro), la mayor revolución de este juego era que nuestras decisiones afectaban a la historia y que había varios finales diferentes (que sí, que sé lo que es el rol y lo que son los libros de elige tu propia aventura, pero verlo tan bien trabajado en un videojuego me gustó especialmente y me marcó). El carácter del personaje también era maleable y además, nuestra aventura ocurría en un “tiempo real” dentro del propio juego. Según avanzábamos, otros compañeros hacían lo propio y podríamos consultar progresos.

Visto con el paso de los años, y ahora que estoy alucinándolo muy fuerte con Quantic Dreams, Westwood Studios ya asentó ciertas bases de una manera muy, pero que muy digna.

La importancia del humor: The Curse of Monkey island

Que sí, que el primero y el segundo eran estupendos, no lo voy a negar. Pero mi videojuego favorito es este “The curse of Monkey Island”. A día de hoy, ha envejecido extraordinariamente bien.

Además, su apartado gráfico ilustrado es una maravilla atemporal. Y bueno, los puzzles, luchas de insultos y demás comentarios de Guybrush Threepwood eran de lo mejor a lo que me enfrenté en mi juventud.

No sé si será por el pollo diablo o por su banda sonora, pero recuerdo con un cariño absoluto esta tercera entrega, no solo como la mejor de la serie, sino como uno de mis videojuegos favoritos de todos los tiempos.

Y es que a veces, queremos hacer las cosas demasiado serias, cuando algo divertido… puede ser a la vez tremendamente serio.

Estrategia y progreso: StarCraft

Aquí únicamente por las tardes que pasé jugando en el battle.com merece la pena que esté representado. Yo me montaba mis batallitas con los Terran como su fuesen marines espaciales contra los Aliens (perdón… Zerg). Cada bando asimétrico y con una estrategia distinta.

Para mí, que a lo único que había jugado ligeramente era al AoE… esto fué un descubrimiento por su celeridad y dinamismo. Un imprescindible en su época al cual recuerdo con un cariño especial.

Y hasta aquí… porque haber… hubo muchos más juegospero estos fueron los que (con diferencia) más cariño recuerdo.

 

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